DIECISÉIS | Todos los días son un buen día para enamorarse - Parte Cuatro

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Dedicado a Karmakiller1212


El grito desgarrador del oficial resonó en la habitación, alarmando a Gintoki y Shinpachi, que ya iban bajando al sótano, por lo que aceleraron el paso.

Sus corazones latían fuertemente por el terror que les había inducido ese grito.

Sougo, sin pensarlo, se lanzó hacia el Yato, logrando perderse a la vista de este y, con su katana, dio un corte limpio en diagonal a lo largo de su pecho.

Para su desgracia, el hombre alcanzó a alejarse un poco, por lo que el corte no fue tan profundo como se esperaba.

Pero eso no le importó a Sougo, al ver que el hombre cayó, fue directamente hacia Kagura, era lo único que le importaba ahora mismo.

Se tiró sobre sus rodillas a un lado de Kagura y la tomó entre sus brazos. Todo su cuerpo temblaba de impotencia y coraje.

Con sus manos temblorosas, Sougo limpió la sangre del rostro de Kagura y a su vez, retiró los cabellos que estaban sobre este. Visualizó las múltiples heridas en su cuerpo y tensó su mandíbula, estaba muy mal.

Buscó la herida de bala y sintió un poco de alivio al ver que esta se encontraba por debajo de la clavícula. En medio de su desesperación, palpó la espalda de Kagura para encontrar alguna herida de salida, pero no había, así que lo que hizo a continuación fue presionar sobre esta, de forma en que la hemorragia se detuviera.

—Kagura, Kagura, ¿me escuchas? —llamó Sougo, dejando que el temblor en su voz fuese evidente.

Kagura parpadeó a duras penas y logró divisar a Sougo en su campo de visión.

Cuando vio la expresión de completa preocupación en su rostro, Kagura sonrió.

—Que... tierno... chihuahua... —murmuró, llevando su mano a la mejilla de este y acarició.

—No hables, maldita sea —imploró, sintiendo su mentón temblar. Kagura rio por lo bajo.

—Debo... Tomoko... —murmuró Kagura, después, la mano que acariciaba la mejilla de Sougo cayó y sus ojos se cerraron.

—¿Kagura...? —llamó Sougo, temeroso—. Oye, Kagura, despierta —llamó nuevamente, pero no recibió respuesta—. ¡Kagura, esto no es gracioso, vamos, despierta! —gritó, desesperado.

Pero Kagura no respondió.

Sougo estaba empeñado en que Kagura recuperase el conocimiento, llamándola por su nombre con desesperación, que no se percató de que el Yato se había levantado nuevamente y ahora iba hacia él para matarlo.

Pero antes de que esto sucediera, Gintoki bloqueó el ataque del Yato con su katana de madera.

—¡OKITA! —gritó Gintoki—. ¡Llévate a Kagura de aquí! —indicó.

Pero Sougo no reaccionaba a nada a su alrededor.

Gintoki se percató de que fue ignorado y luego musitó—: Maldito mocoso. —Desvió el parasol del Yato y le encestó un ataque que fue bloqueado al momento—. ¡Shinpachi!

—¡Sí! —contestó el mencionado al entender lo que Gintoki quería.

Shinpachi fue directamente a Sougo y, al ver a Kagura, su corazón se rompió, pero al mismo tiempo, sintió la ira recorrerle el cuerpo. Se colocó frente a Sougo y le llamó por su nombre—. Okita-san. —Este no respondió y le llamó una vez más.

Sougo se veía aterrorizado porque Kagura no le contestaba. Shinpachi sintió pesar, pero no podían quedarse más tiempo aquí, la prioridad era salvar a Kagura, es por eso que Shinpachi le soltó una bofetada a Sougo, quien salió de su trance y miró con rabia al menor.

Lo que es crecer | Gintama - GinHiji/OkiKaguDonde viven las historias. Descúbrelo ahora