CUATRO | El programa de Kagura - Parte Uno

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Mientras caminaban por la avenida principal de regreso del cuartel general del Shinsengumi, Kagura le preguntó a Sougo de repente—: ¿Y en dónde se va a dar el grito o qué?

—Eso es en septiembre, mensa —respondió Sougo, mientras agitaba el cabello rojizo de su contraria.

—Ah —respondió Kagura.

Después de un silencio, Sougo propuso—: Vamos a dar el grito en mi cama.

Kagura miró el rostro sereno de su novio y frunció el ceño ante la extraña propuesta.

—¿Cómo que en tu cama, tonto? —cuestionó—. Se me va a caer el pozole.

—PENDEJA —exclamó Sougo, incrédulo a lo que escuchó y al borde de la risa, mientras la miraba.

—NO ME HABLES ASÍ, MALDITO CHIHUAHUA DE MIERDA —retó Kagura, a la defensiva—. Te estoy diciendo bien, imbécil.

—Es que, ¿de verdad no entendiste? —cuestionó, divertido.

—No.

—Ya decía yo que las chinas como tú son pendejas —mencionó, aun con diversión.

Pero esto no fue así para Kagura, que actualmente no se encontraba en su mejor estado emocional. Kagura frunció su ceño, demostrando irritabilidad y molestia hacia su novio.

—¡Te voy a rajar toda la puta verga, chihuahua de mierda! —gritó Kagura, lanzándose hacia Sougo.

Por lo inesperado del ataque, Sougo apenas pudo esquivarlo ileso.

—Qué sensible —dijo con sorna, mientras esquivaba los ataques furiosos de su novia con el paraguas—. Es increíble que seas mi novia.

—¿No sería, que yo TE DEJÉ ser mi novio? —cuestionó Kagura, sonriendo con altivez, atacando constantemente con su cuerpo y sombrilla.

—Nah, fue al revés —negó el policía, bloqueando constantemente con su espada enfundada.

—El alucín te llaman entonces.

—No delires y admítelo —retó Sougo.

—No voy a admitir algo que no es cierto —respondió Kagura, lista para lanzar una patada—. Y lo sabes, Okita.

—Uy, me llamó Okita, que miedo tengo —se pavoneó el susodicho, agitando sus manos al aire.

Esto enojó aún más a Kagura, que decidió tragarse su enojo e irse de ahí, ya no quería ver más a su novio por hoy. Así que disparó las suficientes veces al suelo, rozando los pies de Sougo para levantar una cortina de humo y así regresar a casa sin que este la siguiera.

—¡Ay, es que es un cabrón de lo peor! —refunfuñó Kagura en su escape—. Hombre tenía que ser —espetó.

Kagura siguió su camino a su destino, por el contrario, Sougo, que se ocultó de la ráfaga de balas, salió del callejón en el que se escondió momentáneamente, aprovechando la cortina de humo que se levantó.

—Esa china loca —refutó Sougo, mientras sacudía su ropa de la polvareda—. Kagura, no es para tanto, ya-

Al levantar su vista y llevarla a donde se suponía que estaba Kagura, no la encontró, así que buscó en los alrededores, pero no había rastro de ella. El policía suspiró y agitó su cabello, rendido.

—Tonta —murmuró.

En ese momento, recibió una llamada entrante de Kondo, así que contestó al instante.

—¿Kondo-san?

¡Sougo! —exclamó el nombre.

—¿Qué pasó, Kondo-san?

Lo que es crecer | Gintama - GinHiji/OkiKaguDonde viven las historias. Descúbrelo ahora