DIEZ | Ahora sí

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Dedicado a KarmaKiller1212


Por tercera vez en el día, Gintoki ingresó a una joyería con el objetivo de encontrar el anillo perfecto para Toshirou, su novio desde hace un poco más de seis años. Encontrar el anillo de sus sueños no era tarea fácil, aunque algunas veces creyó haberlo encontrado, al final no fue así.

Gintoki podría ser un tonto, un menso, un idiota, un estúpido, un pendejo, un holgazán, un bueno para nada, un naco, un puñetón, un imbécil, un pervertido, un fastidioso de mierda, un hijo de puta, pero cuando se trataba de Toshirou, no había nada que lo detuviera en hacerlo completamente feliz —además de pelear—.

—Ah, sí, buscaba anillos de compromiso —comentó Gintoki a la mujer del mostrador.

—Por supuesto, de este lado, señor —indicó la mujer.

¡¿Señor?! Cuestionó Gintoki en sus adentros. Tenía treinta y cinco años.

El ronin se acercó a la vitrina central y observó los anillos donde casi al instante, uno de ellos le llamó la atención. Era un anillo sencillo de plata, pero tenía un grabado de ramificaciones y un toque de jade en ellos, lo que lo hacía peculiar, pero fue por eso mismo que le atrajo.

—¿Puedo ver ese de ahí? —señaló el yorozuya, el anillo en cuestión.

La mujer sacó el anillo pedido y se lo mostró a Gintoki, que rápido lo tomó en sus manos y lo observó. Se lo midió, y al ver que le quedaba perfecto, sonrió. Era la talla exacta para Toshirou.

Sintió orgullo.

Después de tantos años juntos, Gintoki y Toshirou se conocían a la perfección el uno al otro, por lo tanto, también conocían sus cuerpos, así que Gintoki estaba completamente seguro de que el anillo le quedaría a Toshirou.

—Me lo llevo —indicó Gintoki, sintiendo el entusiasmo y la emoción por dentro.

La mujer asintió y rápido procedió a empacar el anillo y cobrar.

Mientras esperaba, un fuerte hormigueo invadió el estómago del samurái permanentado. Finalmente había encontrado el anillo. Después de tantos días de buscar y juntar dinero, finalmente.

Fue a pagar y casi sintió que se le rompía la mandíbula por lo caro que era el anillo, pero podía pagarlo, por lo menos.

Teniendo la bolsa con el anillo en su caja en el interior, salió de la joyería, donde le esperaban Kagura y Shinpachi.

—¿Qué pasó? ¿Por qué estás pálido? —preguntó Shinpachi.

—Estás temblando como un cordero recién nacido, que chistoso —comentó Kagura.

—¿Q-quién está temblando? Nadie está temblando. N-no estoy p-para nada nervioso —excusó Gintoki, entre risas nerviosas e incómodas.

—Me preocupas, Gin-san —mencionó Shinpachi.

—Ay, ya, Gin-chan —dijo Kagura, golpeando el hombro del tembloroso Gintoki, que dio un salto.

—¡No, definitivamente no tengo el anillo de compromiso para Toshi conmigo! —gritó el mayor, mientras se aferraba a la bolsa en el interior de su yukata.

Los menores se dieron un vistazo y alzaron una ceja, luego miraron al contrario frente a ellos, que estaba a la expectativa.

—¿Conseguiste el anillo? —preguntó Shinpachi.

—¡No-! ¡Digo, sí! —respondió el susodicho, torpemente—. Y-y... ¿y si mejor no le digo nada a Toshi? —se replanteó Gintoki.

—¡¿AH?! —exclamaron los menores.

Lo que es crecer | Gintama - GinHiji/OkiKaguDonde viven las historias. Descúbrelo ahora