En el eco del viento que susurra al andar,
la danza de los elementos comienza a brillar.
Tierra, agua, fuego y aire, en armonía danzarán,
tejiendo el poema cósmico que los unirá.
Tierra, firme y serena bajo el manto azul,
cuna de semillas, raíces en el surco.
En tus valles y montañas, vida en su esplendor,
la tierra, origen y destino, en su abrazo encantador.
Agua, espejo líquido que refleja el cielo,
ríos que serpentean como hilos de un anhelo.
En océanos profundos y en gotas de rocío,
el agua es néctar que da vida al río.
Fuego, danza ardiente en el corazón del sol,
fogata que ilumina la noche con su farol.
En la llama que consume y en la chispa que inicia,
el fuego es la pasión que enciende nuestra vida.
Aire, susurro invisible que acaricia la piel,
viento que lleva secretos y canta en el laurel.
En la brisa que acaricia y en la tempestad que desata,
el aire es el aliento que nos conecta al vasto nata.
Cuatro elementos, como notas en el pentagrama,
componen la sinfonía del universo en su trama.
En la danza eterna de su abrazo colectivo,
tejemos la historia, el poema más efectivo.
Así, en esta coreografía mágica e inmortal,
la tierra, el agua, el fuego y el aire, en su ritual.
Canten juntos la canción de la creación,
un poema eterno, la danza de los elementos en unión.