En la danza eterna entre vida y muerte,
dos entidades opuestas, en diálogo inerte.
La vida, con su luz, un resplandor,
la muerte, en sombras, un último ardor.
En el escenario del tiempo, se entrelazan,
un diálogo silencioso, donde se abrazan.
La vida susurra en hojas de primavera,
la muerte escucha en cada despedida sincera.
La vida es un río que fluye constante,
mientras la muerte es el ocaso elegante.
Se encuentran en el crepúsculo de existencia,
un diálogo íntimo, sin resistencia.
La vida pregunta con susurros de brisa,
¿qué hay más allá, tras la última risa?
La muerte responde en un suspiro sereno,
una nueva aventura, un destino pleno.
En el ciclo eterno de nacer y perecer,
vida y muerte danzan sin entender.
La vida, una llama que arde con pasión,
la muerte, un velo que cubre la estación.
En este diálogo, se teje el misterio,
un intercambio sutil, sin desespero.
La vida y la muerte, en un abrazo final,
un eterno diálogo, un destino celestial.