En la sencillez del día que despereza,
las pequeñas cosas que danzan con destreza.
Un rayo de sol que acaricia la ventana,
es un poema breve que el corazón emana.
El aroma fresco de la lluvia en la piel,
un susurro suave que acalla el laurel.
Una risa sincera, una mirada tierna,
son las notas dulces de la vida que gobierna.
La taza caliente entre las manos frías,
un abrazo cálido en las noches sombrías.
El rincón tranquilo de un libro apacible,
es un refugio pequeño pero infalible.
El susurro del viento entre los árboles,
un recuerdo amable que no tiene cables.
Las pequeñas cosas, como luces de luciérnaga,
iluminan la senda de la vida sin estridencia.
En la sinfonía cotidiana de la existencia,
las pequeñas alegrías son la esencia.
En cada detalle, en cada risa compartida,
se teje el poema de felicidad querida.