En la penumbra del amor nacía,
un poema de pasión y alegría.
Pero el viento llevó sus promesas,
y la traición tejió sus propias piezas.
Los versos dulces se volvieron amargos,
como sombras que ocultan con halagos.
En el jardín donde florecía la confianza,
la traición sembró su vil bonanza.
Labios que susurraban juramentos sinceros,
se tornaron en silencios traicioneros.
El corazón traicionado y desgarrado,
en la oscura noche quedó abandonado.
Entre susurros de falsas lealtades,
se desvanecieron las viejas verdades.
En el ritmo del alma, la traición dejó su huella,
un poema roto que el tiempo sella.