Capitulo 16: Lecciones de muerte, lecciones de vida

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Merlina siempre había encontrado cierta belleza en la muerte.

Un segundo era todo lo que separaba aquello que existía de lo que ya no existía. Un segundo cargado de todas las cosas que fueron, de las que pudieron llegar a ser y de las que ya no serian jamás.

La muerte era el misterio más grande de todos. Un desenlace final y previsto, y aun así, casi siempre, inesperado.

El misterio de la muerte radicaba en lo que había después, si es que se creía que algo más que la descomposición del cuerpo. Para el muerto, la vida terminaba y ya. El regalo de la parca era para los vivos: un exquisito dolor llamado tristeza.

Como todo Addams, Merlina disfrutaba del dolor. Sus padres le habían enseñado a tolerarlo y ha encontrar el placer oculto, pero nada la había preparado para cuando el látigo de la tristeza azotó su alma por primera vez.

La brutal y trágica muerte de su escorpión Nero le había enseñado muchas lecciones valiosas. La primera: la crueldad del mundo ante las cosas que no podían comprender. Tal ves Nero no era un perro o un gato, un animal peludo y acariciable por el que cualquiera pudiera sentir cariño. Era todo lo contrario, peligroso y venenoso, pero era su mascota y ella lo quería. Y a su manera, Nero la quería a ella.

Si lo niños hubieran atacado aun perro o un conejo, los adultos se habrían escandalizado; en cambio, al acabar con un animal peligroso lo que recibido eran halagos. Si los niños molestaban a un normie eran castigados, pero si molestaban a un excluido...

La segunda lección la comprendió cuando los resto del escorpión yacían bajo tierra y sus ojos ya no tenían más lágrimas por derramar: llorar era inútil.

Y la tercera, la experimentó días después pero fue implacable: a toda felicidad sobreviene la tristeza. Una vez que sus ojos se secaron y su mente dejó de buscar una explicación, los recuerdos de los momentos vividos comenzaron a golpearla uno a uno.

Los recuerdos de felicidad se tiñeron de dolor y cada una de las risas que había experimentado se convirtieron en una sangrante herida de su alma.

Merlina comprendió que la pérdida de su escorpión era la primera de muchas. Algún día su madre, su padre, su tío e incluso su pequeño hermano partirían y cada trozo de felicidad se convertiría en dolor. Ninguna persona era permanente y por lo tanto por ninguna valía la pena tanto sufrimiento.

En aquella época comenzó a escribir.

Los personajes nunca morían, vivían eternamente en el papel y era el único atisbo de inmortalidad al que se podía aferrar.

Volcó todos sus sentimientos en sus palabras y nunca volvió a sentirse tan inspirada como cuando el luto por su mascota seguía. Y así fue como Merlina entendió la ultima lección: la belleza del dolor.

Por mucho que disfrutara el dolor, el duelo no era algo que quisiera repetir. Aprendió a controlar sus emociones y se prometió a sí misma no caer nuevamente en él. La muerte llegaría a su vida cuantas veces quisiera, pero ella siempre estaría reparada.

Había fallado, por supuesto.

Rodeada por los brazos de Tyler se daba cuenta de lo mucho que se había fragmentado su caparazón y que ya era tarde para poder repararlo.

La primera grieta la había causado él, pero había llegado camuflada en la adrenalina de haber sobrevivido al Hyde y Merlina se dijo que el alivio de encontrarlo vivo era solamente responsabilidad.

Fue una grieta minúscula e insignificante, pero que causaría un daño enorme.

Luego vino Eugene y cada visita al hospital fue como un certero martillazo que rajaba más su débil armadura; y finalmente, Dedos dio el golpe de gracia.

Los oscuristas #Wyler Saga: Mundo Oscuro 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora