𝟬𝟬𝟯.

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Emma decidió levantarse un poco antes de lo habitual para maquillarse y elegir un traje, ya que ese mismo día tenía una presentación en la universidad sobre un tema en la universidad. Lo ha estudiado durante semanas, sabe que decir al derecho y al revés. Llego diez minutos antes de la presentación para mentalizarse un poco y practicar, conectar su laptop y ordenar las actividades que tenía.

Una hora después, su presentación había estado increíble, tartamudeo poco, la información fue clara y sencilla, no se esperaba menos de una de las mejores del aula. Sus amigos la felicitaron ya que aprobar con la nota máxima en las presentaciones es casi imposible.

— Muchas felicidades Emm, tu presentación estuvo increíble — Anna la abrazo por los hombros.

— Solo que tu maquillaje... hiciste lo que pudiste — dijo Dylan bromeando — Muchas felicidades Emm.

— Gracias, me gustaría quedarme pero tengo que trabajar, los veo mañana.

Emma salió corriendo hacia el autobús que estaba en la esquina, tomo asiento en el lado de la ventana y sintió que alguien se sentó junto a ella, Dylan.

— ¿Qué haces aquí?

— Te acompañare a tu trabajo, últimamente no hemos hablado tanto.

— Ah, lo siento. Cuando me quede sin empleo tuve que dejar solicitudes por todos lados, la presentación, con el nuevo empleo y tareas, la casa, he estado muy ocupada.

— No te preocupes, entiendo, tienes mucha carga. ¿Cómo te ha ido en el nuevo empleo?

— Bien, no tengo que hacer mucho en realidad, la paga es buena. Solo que hay vecinos estúpidos.

— ¿Qué paso?

— A veces olvidan su solicitud de ingreso, pero, ¿Quién olvida su identificación? Ayer uno de ellos olvido la identificación y la solicitud y tenía una actitud nefasta, me llamaba linda y preciosa.

La expresión de Dylan cambio a un semblante serio, parecía molesto.

— Si necesitas ayuda, puedes mandarme un mensaje y tratare de llegar lo más rápido posible.

— No te preocupes, hay seguridad, tal vez solo tuvo un mal día pero no lo justifico.

Emma al tiempo bajo del autobús, el cual la dejaba justo en frente del edificio. El día paso como los dos anteriores pero cada vez había más vecinos entrando y saliendo. Hasta que entro un vagabundo.

— Señor, ¿es residente del edificio?

— No... solo quiero hacerte unas preguntas.

— ¿Anda filosofando?

— Que comes que adivinas.

— Señor, no tengo tiempo, no tengo dinero y no tengo paciencia. Retírese por favor o hablare a seguridad.

— Está bien.

El hombre se fue tranquilo. A los pocos segundos, escucho un carraspeo, Francis Mosses.

— Me permite su identificación y su solicitud, por favor.

El señor Mosses se lo entrego sin muchos animos, parecía más decaído de lo normal.

— ¿Se siente bien, señor Mosses?

— Eh... si, ¿todo bien con mis papeles?

— Emm... si, todo correcto. Puede pasar, por favor no olvide su solicitud de ingreso a su salida.

— Si...

El señor estaba por subir las escaleras con unas cajas, pero parecía que no podría con ellas.

— Señor, puedo ayudarle a subir sus cosas.

— No... yo puedo.

— No es molestia señor, no se ve muy bien.

Emma tomo las cajas, que si estaban pesadas pero el señor Mosses no parecía estar en condición, fue un poco pesado subir tres pisos.

— Gracias, niña — agradeció el señor Mosses.

— No es nada, creo que es parte de mi trabajo.

— Si... te vez bien.

El señor Mosses cerró la puerta sin esperar una respuesta, pero igual, Emma no tenia una.

𝐓𝐇𝐄 𝐌𝐈𝐋𝐊𝐌𝐀𝐍Donde viven las historias. Descúbrelo ahora