𝟬𝟬𝟵.

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— Desde el momento en que te vi, he fantaseado con arrancarte la ropa.

Mosses se encontraba desnudo, entre las piernas de Emma, su pene rozaba ligeramente la entrepierna de la chica, el tomo una pierna de Emma y la subió a su hombro.

Él sabía que estaba yendo demasiado rápido, no tenían dos semanas de conocerse y ahora los dos se encontraban en la cama, desnudos. Podría decirse que estaban teniendo sexo con un desconocido.

Dos extraños en una misma cama, pero con una lujuria impresionante, había sentimientos y emociones de por medio, no solo querían algo banal; querían más, conocerse, sentir, experimentar, abrirse.

Al ser una de las pocas veces que Emma tenía un encuentro sexual (era su segunda encuentro) se sentía inexperta, no sabía cómo moverse, que podría hacer para darle placer a Mosses, pero, a Mosses realmente no le interesaba su placer, le interesaba el de ella.

Ella era su debilidad.

Aun no procesaba del todo como había llegado aquí, como se había atrevido a besarla, a tocarla. Estaba vuelto loco.

No se había sentido así desde su última relación, la cual terminó en divorcio hace algunos años, pero ni siquiera con su exesposa había desarrollado tantos sentimientos.

El observaba a Emma, sabia tantas cosas de ella, tal vez cosas que ni ella sabía. Sabía que su color favorito en la ropa es el amarillo, sabía que ella no podía hacer contacto visual por más de diez segundos, sabía que sus manos tiemblan demasiado, y que su sonrisa era la más bonita que había visto.

Regreso al presente, aún estaba entre las piernas sus piernas. Ella parecía tan frágil, vulnerable y eso le excitaba aún más.

— Quiero las piernas bien abiertas, preciosa.

Mosses coloco sus dedos en el clítoris de la chica y comenzó a hacer movimientos circulares, Emma gimió ante el tacto y arqueo la espalda. Estaba mojada, nunca lo había estado tanto como en ese momento, cada toque de Mosses le provocaba cosquilleos y que su piel se erizara.

Después de unos cuantos segundos, Mosses introdujo el primer dedo, Emma coloco sus brazos en los hombros de él, pero el tomo sus muñecas con una sola mano y los alzo sobre su cabeza.

Mosses tenía sus músculos bien trabajados, tenía una fuerza impresionante ya que con solo sus manos podía dejarla inmóvil, bueno, no del todo. Emma se retorcía del placer y aún más cuando metió el segundo dedo.

Pero ya era el momento, Mosses quería estar dentro de ella. Bajo su bóxer y saco su pene, el cual estaba totalmente erecto y mojado debido al líquido pre seminal. Le media aproximadamente 22cm, además de grande, era grueso.

Tomo el tronco y lo puso en la abertura de Emma, pero aun sin entrar.

— ¿Estas segura, Emma?

Emma asintió, estaba claro que ella quería, y el también, incluso, el un poco más.

Fue entrando poco a poco en ella, provocando un fuerte gemido de Emma, empezó lento. Era un poco doloroso para ella, y su cara lo hizo evidente, inmediatamente Mosses salió de ella.

— ¿Quieres que pare? ¿Cómo te sientes? ¿Te duele mucho? ¿Quieres seguir?

Emma soltó una pequeña risa y tomo el rostro de Mosses entre sus manos, se acercó a él y deposito un beso.

— Hazme tuya.

Mosses dudo un poco, pero al ver a Emma más segura, regreso a lo suyo y volvió a entrar en ella, un poco más lento y sin ser brusco.

Cuando se dio cuenta que ya no le dolía, aumento la velocidad. El jadeaba y ella gemía, Mosses acerco su oreja a la boca de Emma para escucharla, como era suya y lo que él le estaba provocando.

— ¿Quieres leche, Emma? — Mosses termino y eyaculo dentro de Emma — Leche especialmente para ti.

𝐓𝐇𝐄 𝐌𝐈𝐋𝐊𝐌𝐀𝐍Donde viven las historias. Descúbrelo ahora