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Emma, una universitaria de 20 años, en su segundo año de la carrera de comunicación, con carencias económicas debido a que vive con su madre y dos hermanos menores. Ella apoya económicamente a su madre con los gastos del hogar, pero los trabajos pagan una miseria y cada día se necesitan más cosas en casa.  

La semana pasada quedo desempleada debido a que llegaba tarde a las jornadas o a veces no llegaba, lo que necesitaba era un trabajo con horario flexible, y lo había encontrado; un trabajo de portera en un edificio en un barrio peligroso, buena paga, horario flexible y relativamente sencillo, era el trabajo perfecto.

Pese a la carencia, su madre insistió en que consiguiera un trabajo más cerca de casa y en una zona menos peligrosa, pero Emma la convencio de que necesitaban el dinero y no había mejor trabajo.

Su primer día había llegado, no era un trabajo que requiera una vestimenta formal así que al salir de la universidad, se encamino a su trabajo, el cual quedaba a unos treinta minutos en autobús. Al llegar se le indico su lugar de trabajo, expedientes de los residentes del edificio, lo que tenía que hacer y un numero de emergencia, el cual le dijeron que se ha usado muy pocas veces.

Notaba una vibra medio extraña, el ambiente era incomodo pero no tenía tiempo para pensar en esto, tenía tareas pendientes y trabajo que hacer. Cada cierto tiempo entraba y salía gente del edificio, algunos olvidaban registrar su salida y por lo mismo no tenían solicitud de ingreso, así que se debía hacer una nueva y recordarles pasar a hacer una cuando vayan de salida.

— Hola linda, mi apartamento es el P02-03.

— Muy bien, me permite su identificación y solicitud de ingreso, por favor - Todo concordaba, numero, piso, profesión, identificación y solicitud.

— Todo correcto señora Bubble, puede pasar.

— Muchas gracias linda. Cuídate mucho, pasan cosas muy extrañas por aquí.

Al escuchar esto, le dio un pequeño escalofrió. Al mirar la hora, se dio cuenta que le quedaba poco para salir, eran 9:52 y a las 11:00 ya era libre. Ya había terminado sus tareas pendientes, no se sentía cansada, bueno, con un poco de sueño, pero era normal. Cerró los ojos un momento, bueno, varios, tal vez unos minutos, o tal vez veinte minutos.

Abrió los ojos por un carraspeó, era un hombre de unos veinticinco años, ojos cansados y ojeras pronunciadas, expresión cansada, cejas pobladas, sin duda un hombre muy... atractivo.

— H-Hola, me permite su identificación y solicitud de ingreso.

Qué vergüenza, estaba despertando frente a un atractivo extraño. Sin decir alguna palabra, el hombre lechero, le entrego lo que Emma le pidió.

— Muy bien señor Mosses, todo está correcto. Por favor no olvide su solicitud de ingresa a su salida. Que tenga linda noche.

— Cuídate, no deberías dormir en el trabajo. Mucho menos en el primer día.

El calor subió a las mejillas de Emma, sentía un pequeño mareo y nauseas, ¿Cómo podía verse tan atractivo incluso sin sonreír?

— Y-Yo... tiene razón señor Mosses, entiendo su molestia ya que soy responsable de su seguridad.

El señor Mosses no dijo alguna palabra, simplemente se limitó a verla con una expresión neutra y subió a su habitación.

Dieron las 11:00pm de la noche y Emma se retiró de su primer día de trabajo, no estaba mal, tendría que dormir bien para que no suceda una situación con otro residente tal vez más estricto y que pudiera reportarla.

𝐓𝐇𝐄 𝐌𝐈𝐋𝐊𝐌𝐀𝐍Donde viven las historias. Descúbrelo ahora