7 Restaurant

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Por fin con la paga de hoy logré juntar el dinero y comprar el anillo para pedirle que se case conmigo. Corro prácticamente a la joyería dónde lo tenía señado, llevando en una bolsa el dinero que reuní, al llegar hay un chico de anteojos indeciso también comprando un anillo, claro que los que él ve están en otra categoría, en esa de la cuál yo tendría que vender un órgano.

—Hola, buenas tardes vengo a ver un anillo que dejé señado y a retirarlo, es de la línea económica —digo con algo de vergüenza—, los que son de compromiso a nombre de Griselda Serrano.

—Claro —la empleada camina por las vitrinas y saca un caja con los anillos de esa línea— nos han llegado nuevas adquisiciones ayer, tienes suerte estos se van rápido.

—¿Indeciso? —le pregunto al chico joven y él me regala una sonrisa, mientras ambos vemos los anillos— le pidas con lo que le pidas te dirá que sí.

—Mi novia es algo particular, no quiero llevar algo que termine cambiando —duda un momento— ¿Me ayudarías a elegir? —entra otro cliente y la empleada nos deja a solas— ella parece muy mayor para ayudarme y una mirada fresca me vendría bien.

—Claro, te ayudo, solo déjame elegir uno de estos que yo también le pediré matrimonio a mi novia y se vuelan —tomo tres aunque hay uno que me gusta, pero tengo que ver el precio primero—. Entonces dime que le gusta o cómo es.

—Bueno algo controladora, obsesiva del órden, mmm le gusta tomar café en el sillón acurrucada con una manta aunque sea verano y estamos con el aire acondicionado en -20°, no le gusta que el perro se suba a la cama o al sofá, ama la música electrónica, y odia acompañarme a la convención de libros, no le gusta leer, quiere tener dos hijos nada más, y vacacionar en otoño pero no por mucho tiempo, no es del tipo que le guste viajar mucho, tampoco le gusta que le esté mucho encima dice que soy alfo cargoso.

—Bueno al parecer es alguien particular, una obsesiva del órden y el control le podría gustar este anillo —saco uno simétrico con una piedra importante en el centro—, porqua querrá presumir este anillo a sus amigas y familia, o que la gente lo vea desde la luna —el se ríe— ¿Sabés su talla?

—Traje un anillo de casa y la señora sacó la medida, así que ya lo tengo. Gracias por tu ayuda. Seguro que a tu novia va a gustarle ese anillo.

La empleada viene y cuando me dice el precio de cada uno, me falta dinero hasta para el más económico 100 dólares y para el que me gusta 200, cuento el dinero que tengo y no llego, se que no llego, ya se lo que tengo.

—¿Puedo dejar señado este y la próxima semana...?

—Me temo que no puedo guardartelo...

—Llevalo —se acerca el chico— este que te gusta, tomalo cómo un pago por tu ayuda y no aceptaré un no. Me has ayudado bastante, la verdad que yo iba a llevar uno que seguro tendría que cambiar -le da los 200 dólares a la cajera.

—Gracias de verdad —salimos ambos de la tienda—. Espero que te vaya bien en la propuesta —le extiendo la mano y él la estrecha.

—Exitos para los dos.

Él se aleja y yo me voy a tomar mi ómnibus, pasa por delante de mí en su Mercedez descapotable y me saluda. Llego al departamento y ahí está ella cocinando, me acerco con una sonrisa y la beso, salimos hace un año y nos conocemos hace dos.

Me encanta su piel suave trigueña, su olor cuando recién termina de bañarse, su espontaneidad para reírse de mis chistes aunque son estúpidos, y su sonrisa es por lejos mi paisaje favorito. La he dibujado muchas veces mientras dormía en mi cuaderno o simplemente mientras lee acurrucada en una esquina del sofá, como pintora es fácil plasmarla en papel.

Un oscuro secretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora