12 Todo terreno

458 72 6
                                    

Galaxy tenía razón y la popularidad con la que mi perfil se ha hecho viral, ha sido bastante sorprendente, tuve que marcar el viernes fuera de la lista y horas para poder volcarme en mí tesis otro, más un día para descansar. Giovanna casi que día por medio, hace una cita, llevamos un tiempo viéndonos y nuestros encuentros no han pasado más allá de charlas, aunque si han habido besos, desde el día que bese la comisura de sus labios, besarla se convertido en una adicción que trato de disimular lo mejor posible.

—¿Entonces me vas a enseñar a manejar en este auto?

—Claro te dije que te enseñaría, no puedo darte a manejar un Ferrari si no sabés lo básico. Este me lo prestó una amiga.

—Osea que si lo choco no pasa nada —ella levanta una ceja y me saca una carcajada.

—Solo no lo choques ¿Está bien?

Estamos en un BMW, es bastante cómodo y fácil de manejar, el galpón dónde nos encontramos es grande, y no tengo obstáculos más que los conos que Giovanna ha puesto para marcarme el camino que debo seguir. Cuándo domino el arte de que no se me pare el auto, encuentro que manejar no es tan complicado y me gusta, lo único malo de ir en auto es el estancamiento en el tráfico.

A Giovanna le entra una llamada y la conecta al Bluetooth del auto.

—Hola Gio ¿Cómo vas con mi auto?

—Úrsula perfectamente, no es cómo un Ferrari pero se deja manejar —la mujer del otro lado de la línea se ríe—. Estás en altavoz así que no vayas a decir nada comprometedor.

—¿Algo cómo qué? Quizás pueda contar algunas las cualidades de una obra de arte humana que te encanta ver —Giovanna se pone roja y está a punto de cortarle—. No vayas a cortar. Estuve pensando en la empresa que me recomendaste meterme, me descargaré la aplicación, pero no creo por ahora querer conocer a alguien.

—Ya ha pasado un tiempo que no estás con nadie desde Nova ¿No te parece que ya es momento? No te digo que conozcas a alguien y te cases con ella, solo ten las posibilidades abiertas.

—El año que viene —Gio suspira—. Te lo prometo. Ahora señorita conductora aprendiz, cuidé bien de mi amiga y de mi auto —se escucha un murmullo—. Te dejo que tengo que entrar en una reunión.

—¿Así que le has hablado de mí?

—Tú maneja y...

En vez de dejarla hablar acorto nuestra distancia y la beso, en cuanto voy a separarme de ella no me deja y profundiza el beso. Desabrocha el cinturón de mi lado y me lleva hacía ella colocándome encima, ella siempre había mantenido la distancia, pero supongo que se hace difícil aguantarse, luego de estar cerca tantas veces y solo besarnos.

—Me moría de ganas por hacer esto

Dice a escasos centímetros de mi boca y puedo sentir su aliento cálido en mis labios. Toma mi mejilla y volvemos a besarnos con avidez, su mano izquierda baja de la pierna a mis nalgas y me pegó en la cabeza con el techo, dando un respingo cuándo me aprieta el trasero, lo que provoca que ella comience a reírse.

—Oye es tu culpa, esa no me la ví venir.

—¿Porqué no? ¿Acaso te parece algo extraño que te desee? —me dice mirándome fijo a los ojos acariciando mi mejilla— eres hermosa Frida, pero aparte eres culta, y te preocupas realmente por tu familia, haces esto por ellas —le había contando de mi madre y hermana—, eso hace que también sienta admiración por la persona que eres. Y te deseo —muerde su labio inferior— te deseo tanto a veces, pero no quiero presionarte.

—Eres quién paga Giovanna, si quisieras podrías hacerme manejar desnuda y yo tendría que hacerlo.

—No te obligaría a hacer algo así nunca, aparte llámame intuitiva, pero tampoco accederias tan fácil a hacer lo que yo quisiera.

—Bueno ciertamente no soy dócil —me vuelve a besar.

—Entonces si quieres lo hacemos, porqué yo hace tiempo me muero de ganas.

—Sí, si quiero.

Es la primera vez que me pregunta una clienta si tengo ganas de tener relaciones, por lo general es lo que se espera que haga, es parte del servicio y eventualmente al finalizar la cita, esperan que tengamos sexo. Cómo Galaxy aunque se ha amoldado a mi forma de ser y de vez en cuándo me pregunta si quiero ir a algún lado en particular o hacer algo, al finalizar el encuentro terminamos teniendo sexo, es más a veces solo aparta unas horas solo para eso.

Llegamos a un hotel, ella me lleva de la mano y nos besamos, pero nada salvaje cómo con Galaxy o baboso cómo con Pandora, o seco y frío cómo con Andrómeda, los besos de Giovanna tienen cuidado y dulzura, ella sus manos y caricias son de cuidado.

Entramos a la habitación y con suavidad tira su abrigo, me saca el mío y hace lo mismo, cierra con llave y me lleva de la mano a los pies de la cama, comienza a sacarme la ropa entre las caricias y besos.

—No solo voy a ser yo quién disfrute.

—¿A qué te refieres?

—Quiero que ambas la pasemos bien ¿Me dejarías tocarte también?

Ciertamente su petición me sorprende, todas las otras han priorizado su placer, y me han tocado superficialmente, ya que también yo me enfocaba en ellas para que no llegaran a mí, pero su pedido explícito me sorprende.

—Está bien sino quieres o no te sientes lista...

—Es que desde mi ex, no he dejado que nadie me toque prácticamente. Yo he dado el... servicio.

—Si quieres vamos viendo cómo se va dando todo y si te sientes bien, seguimos adelante ¿Te parece? Si no quieres seguir paramos, igual sino te sientes cómoda.

—Está bien.

Cómo explicar la delicadeza que esta mujer que tiene conmigo, la suavidad con la que se deshace de mi ropa, con la que me besa y toca, lo nerviosa que me pone que haga las cosas de esta manera, porque ciertamente no es con lo que estoy acostumbrada a tratar.

—¿Estás bien? —me dice acercándose a mi oído cuándo está adentro de mí. Yo asiento— ¿Sigo?

—Sí —sale en un susurro apenas audible.

Giovanna, me sabe tocar demasiado bien y eso en algún punto me asusta un poco, de este momento estoy segura que van a seguirle otros iguales. Esta mujer es definitivamente el tipo de persona de la que me enamoraría sin problemas, pero no tengo que olvidarme de que ella está casada, que esto es parte de mi trabajo y que la regla de oro es no enamorarme de mi clienta.

Cuándo es mi turno me acoplo a ella, de la manera cuidada que ella ha tenido conmigo, yo estoy con ella, la toco, la beso, pruebo su intimidad, todo en Giovanna se siente bien. Coordinamos nuestro ritmo y las respiración se acompasa, nuestros cuerpos agitados se entrelazan, siento sus uñas clavarse en mi espalda, y rasguñarme un poco antes de que su agarre se afloje, su rostro se vuelve rojo, el cuerpo se le contraiga y relaje de a poco. Al fin logré que ella tuviera un orgasmo y no tardo mucho en llegar al mío, cayendo encima de ella, que me acaricia la espalda mientras sigo en medio de sus piernas abiertas, agotada respirando sobre su pecho.

Nuestros teléfonos suenan tirados por la habitación entre nuestra ropa, me levanto a buscarlos le paso el de ella y apago la alarma del mío. No me apetece irme, pero tampoco sé si quedarme. Ella desactiva la alarma, me puntúa en la app y apaga el teléfono dejándolo en la mesita de luz. Me toma del brazo y me trae de nuevo hacía ella en la cama, me acaricia suave con las yemas de los dedos el brazo.

—¿Tienes que irte?

—Eso creo.

—¿No te quedarías un rato más conmigo?

Debería negarme, debería decirle que no, que nuestro tiempo terminó y tengo que irme, y debería hacerlo porque de esta desición en el futuro vendrás momentos iguales y yo querré quedarme, y en algún punto empezaremos a sentir cosas la una por la otra, ella está casada, yo estoy de paso y básicamente soy su prostituta.

—¿Quieres que me quede?

—Sí.

—Entonces me quedo.

Debería y no lo hice, me quedé y esta desición que parece simple, abrió una puerta al futuro y al papel que cada una va a desempeñar en la vida de la otra.

Un oscuro secretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora