8 Maldita casualidad

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Ella voltea a vernos y es Lyra, mi novia con quién hicimos el amor en la tarde, con quién pensaba casarme, y yo le ayudé a elegir a él un anillo para ella, los dos compramos el anillo para la misma mujer. Ella llevaba una doble vida con los dos, ahora entiendo el apuro de Maite por irnos.

—Hola.

Digo con un nudo en la garganta y ella se me queda viendo, esperaba una escena ¿Quizás? Pero en mi estado de shock, ni siquiera se que hacer o decir, mi cerebro está procesando todo a una velocidad vertiginosa y ponen en duda cada uno de sus viajes de trabajo, cada beso que nos dimos, cada te amo, todo el tiempo que estuvimos juntas, todo es una mentira, ella es una mentira. Dos años juntas, pensaba casarme con ella y ahora... no sé quién es, creo que jamás llegué a conocerla en realidad ¿Acaso algo de lo que vivimos fue real?

—Amor ella me ayudó a elegir el anillo, estaba comprando uno también para su novia —instintivamente busco la caja con el anillo en mi bolso— ¿Lo tienes ahí?

Saco la caja sin decir nada y miro el anillo, todas mis horas extras, todo mis ahorros en un mentira.

—¿Hace cuánto que están en pareja?

—Cuatro años —dice él con una sonrisa y nosotras solo nos miramos, Maite me tira para irnos—, debí pedírselo antes, pero creo que es el momento ahora, en nuestro aniversario aparte —La miro, lo miro y veo la caja abriéndola— ¿Podemos ver el anillo?

Sin decir nada, le entrego la caja y los ojos de Lyra se llena de lágrimas al ver el anillo, yo trago conteniendo mis lágrimas y tratando que el huracán de los sentimientos que están desatandose en mi interior no exploten ¿Porqué no exploto? ¿Porqué no puedo decirle que ella es una mentirosa que juega con los dos? Porque la amo y no quiero destruirla, no cómo ella lo está haciendo conmigo, y porque mi cuerpo está paralizado.

—Ella hubiera dicho que sí, sin dudas —dice Lyra.

—Nosotras nos tenemos que ir —Maite toma la caja de las manos de ella y la guarda—. No me siento muy bien, creo que algo me indigestó —agrega mi amiga, mientras Lyra y yo nos miramos a los ojos, veo suplica en su mirada—. Adiós y felicidades por su casamiento.

Mi amiga tira de mí, me habla pero la verdad es que no soy capaz de escucharla, llegamos a su auto me subo y ella sigue hablando enojada, yo finalmente me rompo y lloro, eso la hace callar y abrazarme fuerte. Siento como si una guillotina me estuviera partiendo al medio desgarrando cada músculo y tendón a su paso, partiendome el corazón en el proceso, siento que me falta el aire y el pecho me arde, la garganta me duele por el llanto. Logro calmarme luego de un rato y mi cuerpo sigue convulsionando en un sollozo, siento mis ojos hinchados al igual que mis labios y me siento exhausta.

—Tenias razón, sobre ella.

—No es momento para regodearme por eso. Pero lo haré  en el futuro —me mira y seca las lágrimas que siguen saliendo silenciosas, soy incapaz de dejar de llorar— ¿Quieres ir a mi casa? Te quedas hoy...

—Mi departamento, quiero irme a casa, a mi lugar.

—Gri, ella puede ir y...

—Por favor llévame o me tomo un taxi.

—Te llevo —arranca el auto— ¿Quierés que me quede esta noche?

—No, necesito estar sola. Tengo que sacar sus cosas, que se lleve todo... —miro la caja con el anillo— iba a casarme con ella Mai, dos años viviendo una mentira ¿En cuanto más mintió? ¿Cuánto hay que no sé de ella?

—Yo guardaré el anillo, para que no lo tires, tal vez te den el reembolso. Mañana vamos a recuperar tus ahorros.

—Está bien —se lo entrego y lo guarda en la gaveta.

Un oscuro secretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora