13 La cena y Nina

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El viernes al fin había llegado y yo por fin había logrado descansar, pero no he dejado de pensar en Giovanna y tal vez en Lyra, porque estar con ella de la manera en la que lo hice, me recordó al amor y la intimidad que había tenido con mi ex, la forma de cuidarnos, de acariciarnos y de darnos placer acompasando nuestros cuerpos, ajustándonos al ritmo para ir a tempo, me recordó a ella.

—¿Lista para nuestra cena? —la pelirroja con una gran sonrisa me recibe con un abrazo— ¿No te has enamorado de nadie mientras no estaba no?

<<Me temo que no estoy segura Nina, tal vez lo hice>>

—Claro que no —respondo sintiendo apretujado mi corazón— ¿Vamos?

La cena en el restaurant se desarrolla normal, ella me cuenta de la visita con su padre que la gran noticia es que el viejo se casa, que su madre al enterarse puso el grito en el cielo aunque llevan divorciados 20 años, la peor parte que le dolió a su madre es que se va a casar con su ama de llaves.

—Esa mujer a amado a tu padre la mitad de su vida ¿Recuerdas cuándo la solíamos piyar viéndolo con amor?

—Incluso cuándo él siempre se ha portado cómo una mierda. Espero que no le rompa el corazón, ella me agrada, más que mi padre.

—Salud por eso.

—¿Qué sabés de tu hermana?

—Sigue sin querer hablar conmigo. Hablé con mi madre nada más y está aún algo enojada por el cambio, pero es una desición tomada y la vamos a cambiar luego del receso de verano. De las imbéciles de sus acosadoras no ha habido mucha novedad —muerdo mi labio inferior.

—¿Qué hiciste? —la miro, Nina sabe leerme.

—Le pagué a las bullys de su escuela para que la cuiden de lejos, al menos hasta que llegué el receso.

—Eso no salió bien la primera vez Griselda.

—Solo es cuidarla de lejos e intervenir si es necesario ¿Qué se suponía que debía hacer?  Es mi hermana.

—Te pidió no meterte.

—Porque le ha ido de bien, quedándose callada.

—Al menos no había terminado con el labio partido antes de intervenir.

Entonces me levanto enojada dispuesta a irme, aunque ella me trajo, pero me toma de la mano y me mira suplicante.

—No es cómo tenía pensando que fuera la cita. No diré más nada sobre Bloom, pero no te vayas, llevo toda la semana esperando este día.

—Tienes razón en lo que has dicho, pero aún así es mi hermana y quiero protegerla.

—¿Qué quieres comer del menú? —cambia de tema.

—Yo también quería verte Nina y te esperaba. Las pastas rellenas se ven bien.

Afortunadamente el resto de la cena lo llevamos en paz, no discutimos y de hecho nos reímos bastante, me pregunta sobre mi trabajo y me doy cuenta que no puedo seguir mintiendo con eso, pero no estoy segura sobre contarle la verdad de a lo que me dedico ahora.

Al salir del restaurant decidimos caminar por el lugar para dejar que la comida baje, miramos las vidrieras de las tiendas cerradas y reímos mientras el algodón de azúcar que compramos nos deja los dedos pegasos.

—Mañana es sábado —dice ella— no trabajo, ni tú —entonces larga la pregunta— ¿Te quieres quedar a dormir en mi casa? Solo dormir no estoy insinuando algo más.

—Está bien —me toma de la mano y caminamos así hasta llegar al auto.

En su casa me presta un conjunto para dormir y una toalla más ropa interior limpia así me baño. Salgo vestida con la ropa de dormir y me siento en la cama, ella me seca el cabello mientras lo peina, veo cómo mi castaño contrasta con su pelirrojo cuándo me abraza por la espalda y me besa en la mejilla.

—Te extrañé.

—Yo también.

—No creo que más que yo.

Me sonríe y volvemos a quedar muy cerca, cierro los ojos y la beso fugazmente, me levanto y me doy cuenta de lo que acabo de hacer.

—Perdón, no debí hacerlo.

—No es la primera vez que nos besamos Griselda —ella intenta acercarse y yo extiendo los brazos, veo mi ropa para cambiarme e irme y su voz casi quebrada interrumpe mi escape— ¿Tan grave es que me hayas besado?

—No es eso —relajo mi actitud y me acerco a ella tomando sus manos—. Nina no quiero confundirte, te pedí tiempo ¿y te beso? No es justo para ti, vengo saliendo de una relación con una persona con la que quería casarme.

—No me confundes yo se exactamente lo que siento.

—Pero no es justo de mí parte darte señales cuándo yo no estoy lista para empezar una relación, y cuándo sé que no me gusta tu lado posesivo, que es un gran problema.

—Yo he cambiado, ya no soy la misma de antes.

—¿En un año? —me nuestro escéptica— y si te contara de mi nuevo trabajo, si te dijera que tengo demasiado roce con mujeres —ella se mantiene firme y con expresión neutra— ¿Qué pasaría si te dijera que alquilo mi cuerpo, para obtener dinero?

—¿Te estás prostituyendo? Es lo que me quieres decir —muestra extrañeza pero sigue imperturbable— ¿Es verdad?

—Sí.

Y quizás se lo cuento con rabia y se lo largo, porqué muy dentro de mí, odio lo que hago, odio haber llegado a esto y siento algo de repulsión por mí misma, entonces no entiendo cómo alguien también podría amarme sabiendo que tiene que compartirme con quién sabe cuánta gente.

Entonces me siento en la orilla de la cama y lloro, porque he tratado de no poner sentimientos en lo que hago y trato de no pensar en lo mal que se siente el acto vacío de tener relaciones con una persona, algo que nunca me ha gustado, porque ni siquiera me gustan las aventuras de una noche o los encuentros casuales. Y ella en vez de enojarse, reprocharme algo o juzgarme me abraza.

—¿Entiendes lo que acabo de decirte?

—Lo entiendo.

—¿Podrías compartir a una persona con otras tantas?

—No es cómo si tuvieras un harem y fuesen relaciones sexo afectivas, es un trabajo ¿Porqué no has venido a mí antes? Yo podría haber...

—No, Nina. El tema financiero es mi problema —me aparto y ella me trae de nuevo hacía ella—. De todas maneras no me siento lista para una relación.

—Lo sé y lo entiendo, pero yo no estoy lista para dejarte ir o apartarme por tu trabajo actual.

—Es solo por seis meses y me quedan cinco.

—Por eso me habías dado ese plazo.

—Porque aún no me siento lista y porque no me parecía justo estar en una relación contigo cuándo tengo que estar físicamente con otras tantas.

—Dejame cuidarte Gri, por favor. Déjame cuídarte es mi desición quedarme y yo quiero quedarme ¿Está bien? Yo quiero estar aquí contigo.

Me besa pero no profundizamos el beso, más que un beso es una promesa, aquí estuve, aquí estoy y aquí estaré.

Nina me abraza y con Maite son las únicas personas que saben de mi trabajo actual, no está en mis planes decirle a mi madre, eso la destrozaría, que ella sepa lo que estoy haciendo para pagar las deudas que tienen. No puedo dejar que sepa y jamás va a enterarse.

En medio de lo brazos de Nina, sintiéndome cuidada por ella, habiéndola besado finalmente y habiéndole confiado mi secreto, en la penumbra de la habitación, no puedo evitar pensar en Giovanna, en lo diferente que fueron sus besos, y estando en los brazos de Nina, un pinchazo de culpa al sentir esto me invade.

Un oscuro secretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora