5 Mi primera misma clienta

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—Hola Billy Bills —el hombre de piel oscura me saluda con un choque de puños— que gusto volver a verte.

—Lo mismo digo Griselda, pensé que la señorita Nina y tú no hablarían más.

—No tuvimos tanta suerte —sube mi amiga a mi lado—, hola soy Maite, su mejor amiga.

El asiente saludándola con un gesto. Le digo que primero tengo que pasar a hacerme unos análisis que me piden en la cartilla médica, que puede dejarme e irse, pero se niega porque Nina, dijo que me llevara al trabajo. Entramos al consultorio, me hago los análisis que al parecer ya están preparados para que me haga, me siento bien al no ser juzgada por la secretaria en cuánto ve mis exámenes y quién los pide.

Maite se despide luego de un rato y me quedo viendo la noticias en el televisor del consultorio, sonrió a ver la cara conocida de una abogada penalista que es una fiera defendiendo a sus clientes. Que diferente se ve Galaxy, siendo Natalie Kincaid, la otra abogada, castaña de ojos verdes no se la deja fácil Atenea la tiene acorralada y disfruto ver a Natalie, digo Galaxy enojada, sin poder hacer mucho.

Billy me deja en la tienda dónde se supone que trabajo y se marcha, entro, salgo y me tomo el autobús de vuelta a casa. Mientras almuerzo, me llega un mensaje, un correo con un contrato de trabajo, que debo imprimir, firmar y escanear para mandarlo. Lo imprimo y leo mientras la comida está calentándose en la estufa, lo firmo y lo escaneo firmado, en menos de media hora me llega una notificación de que mi perfil está activo, tengo que organizar mi semana, puedo activar el mes o semanalmente la agenda. Activo dos semanas y la primer cita se hace presente, Galaxy esta noche 8 pm, me llega una notificación al privado, de lugar y cómo tengo que ir presentada, seguro esta noche se va a cobrar lo de nuestra primera vez.

Llego al lugar y ella no puede, ni disimula su sonrisa de triunfo en su rostro.

—Sientate Frida.

—Hola Galaxy ¿Cómo has estado?

—Bien, esperando que apareciera tu perfil y cuándo perdí las esperanzas, ví un perfil nuevo marcado. Dime una cosa —me dice mientras tomo asiento— hombres y mujeres o solo mujeres.

—Solo mujeres.

—Genial no me gusta compartir con ellos —sonríe— Esta vez no puedes negarte a que te invite los tragos —dos vasos llegan a nuestra mesa de cerveza, ni siquiera me gusta lo que ha pedido pero me lo bebo— ¿Tienes más trabajo?

—Sabes que no puedo decirte eso —doy un trago a mi vaso de cerveza— ¿Pediremos algo de comer o solo piensas emborracharme?

—Entiendo que eres nueva en este... trabajo. Pero no olvides lo que te dije la primera vez, me gusta que hagan caso sin rechistar.

—Pensé que había quedado clara mi postura. Si quieres obediencia absoluta, cómprate un perro —ella sonríe pero no le hace mucha gracia. Mira su teléfono y abre la aplicación de la empresa.

—No sé quién te puntuo primero 5 estrellas, pero si te pongo una sola y algún comentario, estoy segura de que tendrás que buscarte un trabajo nuevo.

—¿Es una amenaza? —Me levanto de golpe, si ella pensaba que iba a intimidarme su amenaza, es todo lo contrario, acaba de sacarme de los cabales. La miro furiosa— has lo que quieras y voy a bloquearte de mis clientes, si me das una estrella no creo que quieras a volver a contratar mis servicios —su sonrisa se borra. Me agacho y la beso en la mejilla— ten una buena noche, Galaxy —Pero en vez de dejarme marchar me toma de la muñeca y se levanta.

—Quedate —nos miramos fijo—, por favor.

El mozo llega con una pizza de rucula y jamón serrano, mi estómago gruñe. Me suelto de su agarre y me siento, ella hace lo mismo y se sienta también. Comemos en un silencio incómodo, ella me mira y yo también, es una lucha de poder visual, aparto la mirada en cuánto mi teléfono personal suena. Mierda olvidé ponerlo en silencio, le contesto rápido a Nina y lo guardo poniéndolo en silencio.

Un oscuro secretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora