15 Cena benéfica

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Giovanna fue convocada para una cena benéfica, en un lugar tan caro que sentía que mear en uno de esos baños era un pecado. Me sugirió acompañarla, pero no insistió, ella tenía ir que representando a su familia y ya que su marido no está, le toca a ella ir en su lugar.

—Iré —le digo— puedes decir que soy una estudiante de intercambio de Argentina, yo miento y digo que estudio en la UBA (universidad de Buenos Aires) de todas maneras soy de allí, hablo español y puedo ser muy convincente.

—¿Eres de Argentina?

—Sí, mi padre es de ahí, yo nací ahí y viví unos años, aprendí primero el español que el inglés, aunque mi madre es de aquí, luego nos vinimos a vivir acá.

—¿Porqué?

—No es algo de lo que me guste hablar. Solo hay un inconveniente si me encuentro a alguna de mis clientas.

—No dirán nada. Algunas ocultamos muy bien nuestros gustos y si dicen algo, te aseguro que yo conozco secretos mucho más turbios que la homosexualidad y un servicio de acompañantes, no les conviene hablar y Dios sabe, que menos les conviene meterse conmigo —eso me dió un escalofrío—. Ahora ven —me estira la mano y me lleva su placard enorme— puedes elegir de aquí o del de mi hija —se coloca detrás de mí, me abraza por la espalda, cruzando sus brazos sobre mi estómago y besa mi cuello, definitivamente ser un poco más alta le da muchas ventajas— ¿Algo que te guste?

—¿Aparte de ti? —sonrío y ella se ruboriza volteando la mirada— me gustan estos pantalones de vestir negros con esta blusa azul sin mangas de cuello cerrado.

—Tienes buen gusto en todo —se ríe y me regala un beso corto, pero yo la traigo hacía mí y lo profundizo— debemos —la beso llevándola hacía atrás— parar o no —la vuelvo a besar— llegáramos a la dichosa cena.

—Está bien, debemos ir a bañarnos para estar presentables.

La tomo de la mano y nos metemos al baño. Al llegar al evento la opulencia del lugar te hacía sentir pequeña, gente tocando música clásica te recibía con una hermosa melodía, más mozos que brindabam tragos y aperitivos en bandejas. Luego entrabas a un salón lleno de mesas circulares llenas de platos y manteles blancos relucientes, nuestra mesa es la 20.

Griselda saluda a unas conocidas con su sonrisa de cortesía, y me presenta cómo una estudiante de intercambio que se queda en su casa, luego llegamos a una rubia de ojos marrones con una enorme sonrisa, Dios esa mujer solo con esa gran sonrisa se roba las miradas, más allá de su belleza, ella transmite calidez.

—Griselda ella es mi amiga Úrsula.

—Es un gusto Griselda ¿qué tal te pareció el autito que les presté para manejar?

—Esa carreta no pasa de los 200km/h, la bicicleta eléctrica que tengo en el patio va más rápido que eso —se apura en decir Giovanna para molestarla.

—La verdad que es un gran auto, y me ha encantado, dudo que algún auto de esos típicos deportivos le haga competencia.

—Me agrada esta chica —dice Úrsula—.Vamos a nuestra mesa, mientras Gio va a saludar a Nova y todo el vejestorio adinerado, que la espera contenta porque nunca viene.

Me toma del brazo, le deseo suerte a Giovanna modulando y ella estirando el cuello y relajando los hombros cómo si se preparara para un combate va a saludar. Llegamos a nuestra mesa y ella mira de lejos a la pelirroja que conversa con Giovanna que mira de reojo hacia la rubia a mi lado y voltea dándole la espalda.

—¿Una amiga?

—Mi ex —dice ella y me mira tomando una copa con jugo de naranja—. Iba a casarme con ella y la cagué —suspira e intenta sonreír, pero veo cómo le cuesta tragar—. Hacés brillar a Giovi —me mira fijo— hacía mucho que no la veía así —trata de mantener una postura relajada mientras hablamos, sospecho que no quiere que Giovanna quién no nos ha quitado los ojos de encima se aproxime—. Sé que es tu trabajo Griselda, pero en un punto no puedes fingir los sentimientos y te aseguro que ella te quiere o está empezando a hacerlo ¿Tú que sientes? porque veo cómo la ves.

Un oscuro secretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora