24 Una mañana agitada

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Me quedo a dormir dejando que ella me abrace. No dormí en el cuarto de invitados, sino que me acosté en su cama. No sabía de toda la tranquilidad que me transmitía hasta que la tuve cerca de nuevo, parece que no dormía tan bien desde hacía años.

Me escurro entre sus brazos, no quisiera que su hija encuentre a la "amiga" en la mañana, con quién durmió en la misma cama de su madre. Me cambio y salgo descalza intentando no hacer ruido, es de madrugada y la casa está silenciosa.

—¿A dónde vas? —Su hija me piya tratando de huir, mientras ella está sentada desde la américana comiendo helado .

—Es mejor que me vaya, pensé que estarías durmiendo a esta hora.

—¿Porqué crees que eso es lo mejor?

No creo que tu mamá quiera despertarse en una horas y ver que ha dormido abrazada a mí.

—No creo que tu mamá quiera despertar en unas horas y verme aún aquí.

—En realidad creo que es justamente eso lo que quiere ¿Quieres? —levanta una taza y yo miro en dirección a la habitación de Giovanna—. Nunca he visto sonreír o reír a mi madre cómo cuándo te ha tenido cerca esta noche, jamás la había visto así de feliz y créeme llevo 18 años con ella, sé de lo que hablo Entonces ¿Quierés?

—De vainilla. No pareces sorprendida por que yo me haya quedado a dormir.

—Sé exactamente los gustos de mi madre, sé que ella y mi padre solo tienen un matrimonio por conveniencia, que ambos tienen sus deslices, bueno mi padre tiene otra familia y mi madre... ella hace lo suyo casi que en secreto. Es la primera vez que alguien se queda a dormir —me sirve el helado muy tranquila, yo me acerco tirando los zapatos y me siento—. Ahora es cuándo debo preguntar ¿Quieres a mi madre?

—Estoy de novia.

—Una mujer en pareja no se queda a dormir en la casa y cama de otra mujer —doy una cucharada al helado, ella tiene razón, comparte con su madre esa mirada que te traspasa— y sé que te has quedado en su habitación, porque el cuarto de invitados está abajo.

—Somos amigas.

—Las amigas no se miran cómo lo hacen ustedes ¿La quieres de verdad o no? Por que ella si te quiere Griselda —la miro y bajo la mirada—, se le nota.

—Sí, la quiero —admito por primera vez en voz alta y a nadie menos que a su propia hija.

Sentimos un ruido y alguien correr hacía la cocina, es Giovanna con el cabello alborotado, la mirada pérdida y la expresión seria. Su mirada y cuerpo se relaja en cuánto me ve sentada comiendo helado al lado de su hija. La joven toma su razón y se marcha a su habitación pasando por la lado de su madre.

—Me levanté asustada, pensé que te habías ido. Mi hija me hizo sonar el teléfono y cuándo no te ví, me asusté.

Esa mocosa me vendió e hizo tiempo para su madre.

—Tuve las intenciones —señalo mis zapatos en el suelo—. Creo que es mejor que me vaya.

—Por favor no —ella se acerca y toma mi mano—, quédate esta noche —la miro dubitativa y tomo mis zapatos.

—Si me quedo sé que voy hacer algo de lo que no voy a arrepentirme y eso es peor.

—Griselda —toma mi mano— me gustas.

—Yo estoy en pareja Giovanna y no puedo hacerle esto a ella. No debería haberme quedado a dormir, no debo quedarme, porque si lo hago no voy a poder frenarme y Nina no se merece que le haga esto.

—No la amas —se acerca a mi tomando mi rostro— sino no me dirías que corres el riesgo de hacer algo que tal vez quieras hacer —saco su mano despacio.

—No la amo tanto cómo ella a mí, tienes razón. Pero definitivamente no haré algo para lastimarla yo mejor que nadie sé de primera mano lo que se siente que alguien te lastime con una infidelidad y creo que ya lo he hecho al besarte. Lo lamento Giovanna, de verdad debo irme, es lo mejor —me coloco los zapatos y camino unos pasos en dirección a la puerta—. Gracias por la cena, la pasé muy bien, tu hija es maravillosa —le vuelvo a dar la espalda.

—Dime que no sientes lo mismo que yo, niegamelo ahora y te prometo que voy a dejarte en paz. Dime —la siento cada vez más cerca— que no quieres verme, dime —más cerca— que no piensas en mí, que no me extrañas cómo yo lo hago, que no hábito tu mente a cada rato, dimelo, miente si es necesario.

—Debo irme Giovanna —le respondo llorando sin querer mirarla.

—Te vas, pero que te quede claro una cosa Griselda, yo te quiero, no solo me gustas, te quiero de verdad.

—¿Y estás dispuesta a quererme de puertas afueras? —me limpio rápido las lágrimas y medio volteo a verla— porque yo ya salí hace mucho de la oscuridad de un clóset y no puedo volver otro.

Giovanna se queda callada y me marcho, sabe que tengo razón y sabe cómo ya la dije antes, que no pienso vivir una relación en la clandestinidad.

Me subo a mi auto rumbo a mi departamento, veo la hora y son las 5 am, en tres horas entro a trabajar, subo y me acuesto, arriesgando mi pellejo a quedarme dormida, pero no lo hago, no me quedo dormida porque el pre requisito es haber dormido algo y no volví a pegar un ojo.

Mi teléfono suena con un número desconocido, nada extraño ya que me llaman los artistas a mi número personal y no es algo raro.

—Hola buenos días —conecto el Bluetooth al auto.

—Griselda soy Lyra —estoy a punto de cortar—. No cortes por favor, tengo que hablar contigo.

—Lyra —suspiro— no creo que eso sea bueno, estoy de novia —porque el destino y ellas se empeñan en ponerme a prueba— y...

—En realidad por eso te llamo. Es algo que tienes que saber sobre Nina —me quedo callada— mi ex novio me contó todo antes de... digamos que él intentó suicidarse de nuevo y ahora está internado, pero lo importante es todo lo que me dijo. Por favor Griselda es urgente, sino no llamaría.

—Salgo a la 2 pm. Nos vemos al café en Hillinton Gardens y Southend, te aviso cuándo llegue.

El teléfono vuelve a sonar y atiendo ¿Y ahora qué?

—Hola amor —es Nina.

—Hola ¿Ya no estás enojada conmigo?

—No, a menos que sigas extrañando gente mientras duermes —suspiro— ¿Nos vemos para almorzar?

—Hoy no puedo Alba me invitó a comer.

—Oh ¿Nos vemos en la noche?

—Sí ¿vienes o voy?

—Ven a mi casa mejor.

—Okay te veo esta noche entonces.

—Te amo —hago un silencio— ¿Griselda? ¿Me cortó? —estaciono en la galería y cierro los ojos— Griselda.

—Te escuché —ahora ella se queda callada—. Te veo esta noche.

Corto y miro el teléfono, acaba de decirme te amo y no supe que responder, aunque lo lógico hubiera sido decir, también te amo, pero también lógico es llamar a tu novia con apodos cariñosos y no decirle por el nombre.

Ahora es cuándo caigo en la cuenta del desbalance de afecto que tiene esta relación, ella me quiere mucho más de lo que yo soy capaz de quererla y no porque no quiera, sino porque otra ocupa ese lugar, otra que no está disponible para estar en una relación. 

Un oscuro secretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora