10 Se juntó el ganado

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Cómo siempre un auto de la empresa me recoge y me deja en el museo, evito usarlos porque con la membresía bronce solo puedo usar el transporte 2 veces por semana, aunque siempre nos cuidan y monitorean.

Llego al museo, el chófer me abre la puerta, yo espero que ella baje y que entremos juntas. Adentro somos "amigas" y le explico sobre las obras con entusiasmo aunque ella no parece disfrutarlo tanto cómo yo. Se aparta de mí y va a una mesa con bocadillos, se pone a conversar con unas mujeres, ojalá estuviera Monet aquí, ella si sabría apreciarlo.

—Es impecable el uso de la paleta de colores —volteo rápido a verla, conozco esa voz— ¿Es una clienta verdad?

—Sí ¿Es tan obvio que no podría permitirme pagar la entrada a esta galería?

—Tendría que haberte invitado yo —pasa un mozo con copas de Champagne toma dos y me da una.

—Te sienta mejor no usar el antifaz —ella sonríe y que bien le queda—, me temo que tendría que ir con mi clienta, es algo posesiva, por cierto un gusto Sra Monet.

—Frida, volveremos a vernos muy pronto, salud.

Choca mi copa y se aparta, su marido le extiende la mano y ahí veo la sortija de casada y su sonrisa totalmente fingida, en nada se parece a la que me ha dado a mi recién. Vuelvo al lado de Galaxy, que estúpido llamarla así, cuándo sé su nombre y claramente se lo han dicho varias veces en lo que va de la noche.

—Te noto aburrida ¿Quieres hacer algo más divertido?

La verdad es que no disfruto cómo debería de estás maravillosas obras si cada que volteo a verla, por poco no se le escapa un bostezo. Pero por otro lado la rubia estaba en mi panorama y compensaba un poco o mucho la noche, aunque ahora que se fue ya no tengo ganas de quedarme.

—¿Tan pronto quieres irte? Pensé que disfrutabas de las obras, con lo que me salió la entrada y...

Antes de seguir dejándola hablar miro que no haya nadie al rededor y la meto detrás de una exhibición besándola y subiendo mi mano entre su vestido.

—¿Nos vamos por favor?

—Hay un hotel cerca —la ayudo a salir detrás de la obra corroborando que no hay nadie— pero hoy no hay propina, la entrada fue costosa.

—¿Me estás diciendo que no quieres sexo oral? —levanto mis hombros y camino al auto que nos dejó y llegó a buscarnos abriéndole la puerta.

—Cambie de opinión, si hay propina.

Vamos al hotel y le doy el servicio completo, pero no puedo sacarme a la rubia de la cabeza, mientras estoy con Galaxy. Terminamos ambas muy agotadas, luego de haber repetido con ella, la alarma en nuestros teléfonos suena cómo el horario límite que puedo quedarme, esto nunca me ha pasado con ella, por lo general siempre hago mi parte y me voy antes de que suene la alarma.

—Debo irme.

—Lo sé —dice desnuda aún en la cama—. No tengo ni energías para moverme, saca el sobre de mi cartera, cierra bien cuándo te vayas.

Voltea para dormir boca abajo y aunque no me apetece, me acerco a ella la beso en la mejilla cómo siempre, me sonríe, la tapo y me marcho. No llegué a escuchar el nombre de la rubia y no quise preguntarle a Galaxy quien es, la abogada suele tener un carácter algo explosivo y dominante, excepto en la cama desde que me conoce, me deja hacerle de todo y es altamente cooperativa.

Me llega un mensaje de Nina que hace unos días que no veo, al final le prometí que la vería y se me complicó. Miró la agenda en mi teléfono y hay una cita para mañana temprano en el museo de esta noche con Sra Monet, sonrió inconscientemente, me pido un Uber llego a mi hogar cerca de la 1 am.

—Hola.

Está Lyra sentada en la escalera que sube al departamento, le paso por al lado, sin dirigirle la palabra. Cómo quisiera no querer abrazarla, pero quiero, quiero hacerlo, quiero tenerla cerca, y quiero cómo quise todos estos días atrás, despertar y que solo sea un mal sueño. Pero la realidad me golpea cuándo toco el lado vacío de la cama.

—¿Qué hacés aquí a esta hora? Le dije a Mara que si encontraba algo tuyo, se lo llevaría.

—No estoy aquí por eso. Solo quería verte y hablar.

—Ya me viste, no tengo nada de que hablar.

—Griselda por favor —suspira y me mira con lágrimas en los ojos— solo una charla. No estoy con él, rompí el compromiso, fui a buscarte por la tienda y me dijeron que no trabajabas más ahí.

—Al parecer también voy a tener que mudarme —meto la llave en la cerradura y ella toma mi mano y la miro—. Es la 1 am, espero que lo que tengas que decir sea breve.

Abro la puerta y ambas entramos, pero antes necesito darme una ducha. Cuándo veo a Galaxy me llevo ropa en mi cartera lo más compacta posible y me cambié antes de salir, no quería ponerme la ropa que tengo más o menos decente, con mi cuerpo transpirado. Camino de vuelta al comedor y la veo con Bora en su regazo dormido en el sofá.

—Supongo que era mentira que no te gustaban los animales —me siento en el otro extremo secando mi cabello y ella me mira suplicante—. Te escucho Lyra.

—Sé que hice las cosas mal —la miro de brazos cruzados sin inmutarme—, sé que te perdí y que es muy probable que no quieras volver conmigo.

—No es muy probable, es seguro que no quiero volver contigo, aunque me muero de amor, aunque me cuesta cómo en este momento tenerte cerca, pero no puedo estar con alguien que me ha mirado los ojos, con la cuál compartimos la cama, hicimos tantas juntas y tenía un novio en paralelo —a ella se la caen las lágrimas—
. Ahora dime una cosa, él describió a alguien completamente diferente a quién eres, eras —me corrijo— conmigo ¿Cuál versión era la real?

—La que era contigo, era yo realmente.

Nos quedamos un momento en silencio y aparto la mirada de ella, ya no puedo contener más las lágrimas y lloro sin hacer ruido, o tener sollozo. Aún la amo, claro que la amo, ni siquiera ha pasado un mes de nuestro separación.

—Quería una vida juntas Lyra, te amo porque aún lo hago, pero no puedo perdonar esto y lo sabés. Simplemente no puedo hacer la vista gorda y fingir que nunca pasó, si hubieras estado con él y conmigo hasta un mes, tal vez lo habría perdonado, pero un año, el año que hemos estado en pareja —suspiro sacándome las lágrimas—. A pesar de todo, deseo que seas feliz en el futuro —me levanto— cierra bien antes de irte y pasa tu llave bajo la puerta.

Me voy a la habitación, y cierro de un portazo, aún no escucho que haya salido, me siento a la orilla de la cama en silencio y con la luz apagada, me acuesto vestida sin destender la cama, la puerta se abre cierro los ojos y siento el peso de un cuerpo hundirse a mis espaldas.

—Si pudiera volver el tiempo atrás te juro que haría las cosas bien, o mejor —me dice y yo por fin suelto el sollozo llorando. Me abraza y dejo que lo haga, es lo que más había extrañado de ella, su cercanía—. Te amo Griselda, quizás no lo hice de la manera correcta y te lastimé y no sabés todo lo que me odio a mi misma por eso, pero te amo —me besa en la mejilla y mi piel se eriza—. Deseo que seas feliz con alguien mejor que yo, que te ame mejor y mucho más, porque te lo mereces. No volveré a molestarte.

—Llevate a Bora.

Nuestro perro siempre la había querido más a ella y la verdad que entre estar deprimiendome, más este trabajo ni siquiera lo saco tan seguido cómo lo hacía ella.

—Está bien —me dice en un susurro.

Antes de que se levante, la traigo hacía mí y la beso, el último beso de despedida y son consciente de que quizás no volvamos a vernos nunca más y quizás sea lo mejor. Terminamos de besarnos ambas llorando, en silencio ella se va y yo me quedo acostada. Me quedo dormida entre lágrimas y olvido poner la alarma, para despertarme en la mañana.

Un oscuro secretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora