1 Mi cuerpo mi templo

1.2K 99 19
                                    

La frase mi cuerpo mi templo me causa algo de gracia, porque para salir de algunas deudas y conseguir dinero rápido, porque fácil no es, accedí a dar acceso a mi templo y cobrar por ello, no crean que soy una promiscua sucia degenerada que me regalo, o dejo entrar a multitudes a mi templo.

Yo tenía problemas financieros, y después de separarme y perder mi trabajo, se presentó la oportunidad en el lugar menos esperado.

La conocí en el bar al que fui para despejarme, necesitaba pensar, necesitaba idear un plan de acción para conseguir el dinero, y ahí estaba yo cuándo ella se acercó a la barra.

—Mi clienta no ha dejado de mirarte —se coloca una mujer de unos veinte de cabello bien corto a mi lado y la miro—, mi clienta en aquella mesa no ha dejado de mirarte en toda la noche —vuelve a mencionarlo y señala a una castaña de cabello largo abundante que me levanta la copa— le interesas. Quiere saber si estás dispuesta a pasar una noche con nosotras.

—¿Hablas de sexo? —claro que me dí cuenta, sino me ha despegados los ojos de encima.

—No, a ella le gusta jugar damas chinas. Claro que hablo de sexo ¿Alguna vez has estado en un trío? Ella tiene el dinero para pagar. Le ofrecí una de mis compañeras, pero te quiere a ti.

—¿Cuánto?

—5 mil la noche.

—¿Solo por cogertela? Eso trabajando cómo una esclava lo saco en dos semanas —la vuelvo a ver sobre mi hombro y la mujer viene acercándose, le hace una seña con la cabeza a la chica y ella se aleja de mí.

—Hola dulzura —se apoya a mi lado en la barra— ¿Vas a unirtenos esta noche?

—¿Por cuánto? —me atrevo a preguntarle. Si puedo sacarle más dinero lo haré, los accesorios que usa gritan que caga plata.

—A ella le daré 5 mil, pero quién sabe, si me gusta lo que hagas está noche quizás pueda subir la tarifa ¿Qué tan capaz eres de satisfacerme?

—Bueno algo de fé me tengo ¿Dónde está tu auto?

Las tres salimos de ese bar, en el auto de esa mujer, sentía la adrenalina recorrer mi cuerpo, jamás he hecho algo así por dinero, por una noche y con personas desconocidas. Llegamos a un edificio de departamentos, dónde el césped en el caga el perro vale más que toda la ropa que estoy vistiendo y mi teléfono.

Entramos a un ascensor, y subimos, ellas van muy acarameladas, pero yo solo vengo a cumplir mi función en la cama, cobrar e irme. La mujer castaña entra al PH, y dejándonos a solas se sube las escaleras.

—¿Algún consejo?

—Espero que te guste el sexo oral, porque a ella le encanta que se lo hagan bien. Saca tu teléfono —lo saco y me dicta su número—. A mí ya me pagó te quiere a ti, pero sabía que no vendrías si yo no me subía al auto, ella es de las que no deja propina, así que esfuérzate, pero no tanto. Háblame mañana, si le gustas y me puntúa bien en la app, quizás pueda meterte a este mundo si te interesa. Mi nombre es Daisy, pero aquí soy Freya. ¿Necesitas el dinero verdad?

—Sí, lo necesito.

Ella llama al ascensor y desaparece, la otra mujer sale en ropa interior con una bata traslúcida negra seda y se acerca a la baranda.

—Sube —se mete a la habitación.

Suspiro y pienso que hago esto por mi hermana, y por mí madre, por esa hipoteca. Ojalá estuviera más ebria o ebria, pero no lo estoy. Subo las escaleras, y al abrir la puerta la veo acostada en la cama, esperándome, viéndome directo apoyando su cabeza sobre una mano.

—Sacate la ropa, lávate las manos en el baño y vuelve.

—¿Siempre eres así de autoritaria? —le pregunto dirigiendome al baño, tirando mi camiseta al suelo.

—Tienes que hacer lo que te digo para eso contrato un servicio—salgo del baño y desabotono mi pantalón pero no me lo saco.

—Yo no soy tu empleada, soy una chica a la cual conociste en la barra de un bar y le propusiste negocios, puedo irme si yo quiero, o puedo quedarme si le bajas dos rayitas a tus órdenes.

—Tienes carácter, me gusta. Las otras hacen todo al pie de la letra. Pero si llegas a ser oficialmente mi empleada, quiero que me hagas caso y en este caso, voy a pagarte por un servicio —se acerca a mí algo enojada— y quiero que hagas lo que quiero.

Cansada de tanto blah blah blah, la tomo y la beso, ella se entrega al beso, pero cuándo se da cuenta de lo que hago, quiere separarse para quejarse, sus labios me saben a nada. Profundizo el beso, y muerdo su labio inferior.

—Sé lo que hacés —me suelta.

—Hablas demasiado, me gusta tener sexo más callado y escuchando solo gemidos —ataco su cuello y aprieto sus nalgas, espero que no note que tiemblo entera, jamás había tenido un acostón de una noche— me quedo o me voy, decide ya.

—Quédate.

Mi pantalón cae al suelo y la llevo hasta la orilla de la cama. No la dejo respirar, llevo un ritmo acelerado, y no paro cuándo se viene la primera vez. Darle sexo oral se siente vacío, el acto en sí se siente vacío, solo hago lo que ella quiera o necesita, la prioridad de terminar satisfecha es ella, no yo y lo agradezco, porque aunque corté con mi novia y estaba en ese bar intentando olvidarla tomando jugo prácticamente porque no bebo tanto cómo debería al parecer, ahora que lo pienso que idiotez ir a un bar a tomar tan poco. Pero necesitaba despejar mi cabeza y no seguir en el departamento rodeada de sus cosas, nuestras cosas.

No tengo ganas de ser tocada y quizás me estoy desquitando un poco con esta mujer, el despecho que siento hacía Lyra.

—Ya, necesito un descanso —dice agitada—. Eres insaciable y mejor que la otra.

—Gracias y supongo que el cumplido viene con un bonus, estoy dando lo mejor.

—Sí, está bien te lo mereces —mira la hora—. Debería dormir un poco, tengo reunión mañana —se levanta y saca un fajo de billetes—. Los cinco que quedamos —me los pasa— el bonus —otro fajito— y tu propina. Si llegas a entrar a la agencia, no digas que doy propina, yo no hago esto, no tiro mi dinero, pero tu servicio ha sido bueno.

—Se honesta, para que me hayas dado propina, fue más que bueno.

Comienzo a vestirme y guardo todo en mi cartera, la veo entrar a bañarse y con la puerta abierta me grita desde el baño. Saliendo mojada.

—En la agencia soy Galaxy ¿Necesitas un Uber o le digo a mi chófer que te lleve?

—Soy una niña grande, me las puedo apañar sola. Gracias Galaxy ten una buena noche —me acerco dándole un beso en la mejilla y ella se queda congelada—, descansa.

Bajo las escaleras tomándome el cabello y entrando al ascensor, llamo a un Uber que no tarda en llegar, lo tomo para buscar mi moto en el bar, me huelo y apesto a sexo, así que al llegar al bar solo tomo mi moto y me marcho, llego a mi departamento y voy directo a bañarme. Y pensar que todas mis desgracias comenzaron con ella, con nuestra separación y con su infidelidad.

Un oscuro secretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora