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hoy volvía Lisandro, mi mejor amigo, quien se habia ido a jugar con la selección argentina. Por ende, me encontraba en su casa terminando de ordenar algunas cosas y alimentando a su mascota
mi amistad con el argentino había nacido hace tiempo atrás. Por cosas de la vida, mi carrera de modelo me había traído a Manchester. Donde algo cansada de depender del modelaje, me metí de lleno a estudiar tecnicatura en periodismo deportivo
en una de las prácticas que me tocó hacer, me mandaron a cubrir el partido del United. Entre emocionada y nerviosa me animé a hacerles algunas preguntas a los jugadores, y con quién más conecte a la hora de hablar fue con él. Fue muy paciente y educado conmigo desde el primer momento
más tarde me siguió por redes y charlamos un poco sobre esa entrevista, recibiendo una que otra valoración positiva de su parte junto con críticas constructivas que, meses mas tarde, me sirvieron para mejorar
con el tiempo nos llevamos mejor y, antes que pudiese darme cuenta, salíamos juntos a desayunar, charlabamos de cosas sin sentido y me contaba cada chisme sobre el equipo y sobre sus amigos
escuché el ruido de las llaves, el cual me obligó a salir de mis pensamientos, y miré hacia la puerta feliz de ver a mi amigo. Pero ese no era Lisandro, no se parecía en nada a mi amigo
solté un pequeño grito del susto y mi primer instinto fue tirarle uno de los almohadones del sillón que tenía más cerca
— ay, la concha de tu hermana —respondió y luego me miró con el ceño fruncido— y vo' quién sos?
— que te importa. Qué haces vos acá? —agarré otro almohadon por si acaso
como si eso le fuese a hacer algo a un pibe trabado como él
— un amigo me dejó quedarme unos días —levantó el almohadon dejando la valija a la derecha de la puerta
fruncí el ceño e intenté enfocar la vista, ya que esa voz me sonaba, pero estaba al oscuro y no podía distinguir sus facciones
— sos media chicata? —se rió acercándose a la luz
Cristian Romero, defensor y jugador del Totthenham Hotspur. Y de la selección argentina
— o vos sos muy negro —dije encogiendome de hombros
— también es una opción. —extendió su mano— Cristian
— Jazmín Greco —acepté el saludo
— Greco? —frunció el ceño— no te puedo creer, me decís en serio? —soltó sorprendido
— si. Qué tiene? —pregunté algo perdida
— no te acordás de mi? Dale boluda, crecimos juntos