capítulo 6

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MARTIN:

El deslumbrante sol entraba por la ventana y atacaba directamente a mis ojos, notaba como si mil martillos chocasen contra mi cabeza, la boca me sabía a hierro oxidado y mi vista no podía concentrarse en un punto fijo, todo me daba vueltas. Estaba sudando y el olor a alcohol y a cerrado abundaba en la habitación, intenté levantarme con cuidado cuando noté que algo me lo impedía. Tenía un brazo rodeando mi cintura y una pierna sobre las mías, una leve y tranquila respiración removía mi cabello, intenté no moverme demasiado y giré despacio la cabeza. Ahí estaba Juanjo, con la cara aún llena de heridas, me abrazaba con delicadeza mientras dormía profundamente.

El corazón se me aceleró, no podía creer lo que estaba viendo, tan borracho íbamos para acabar así? No me acordaba de nada, solo veía borrosos flashbacks de anoche pero nada concreto. Me froté los ojos para aclarar si seguía soñando o esto era la realidad. Qué mono se veía durmiendo encima mío.

Me llevé las manos a la cabeza, intentando recordar lo sucedido, pero mi respiración agitada hizo que el aragonés se despertase. Hizo una expresión de cansancio y tras abrir los ojos, se sorprendió y se echó atrás. Tras coger un poco de consciencia, resopló y volvió a tumbarse como si no le importase que estuviésemos los dos, juntos, durmiendo en la misma cama. Me sorprendí, por lo que pedí explicaciones.

-Y bien? Que haces aquí? -Le dije tras unos segundos de silencio.

-Tu sabrás, que me pedías ayer suplicando que durmiese contigo, por cierto apestas a vómito, deberías ducharte. -Dijo mientras se levantaba de la cama y abría la ventana.

-Espera qué? Me vas a tener que explicar todo lo que pasó a noche.

-Joder normal que no te acuerdes de nada, ibas como una cuba chaval. -Sonrió sarcásticamente causando también una en mi rostro. - En resumen bebiste de más, nos pegaron una paliza, llegamos a la residencia, te curé, te dejé dormir en mi habitación, vomitaste un montón y me insististe en que durmiese contigo, te pusiste tan pesado que tuve que aceptar.

-Gracias, Juanjo. Si no llega a ser por ti, tal vez estaría medio muerto en la calle. -Dije, levantándome por fin de la cama y poniéndome al lado del aragonés en la ventana.

-Y no te acuerdas de nada más de la fiesta? -Dijo casi susurrando, como si tuviese miedo de alzar la voz y romper esa tensión mientras me fulminaba con sus castaños ojos.

-Me acuerdo de ti.

-Yo también de ti, pumukis.

Un silencio no incómodo se apoderó del cuarto mientras recibíamos el frío aire de las calles de Madrid por la ventana, se me erizaba toda la piel de solo pensar que ambos recordamos nuestro pasado, por lo que también la promesa. La expresión de Juanjo reflejaba preocupación e inseguridad, no pude evitar reaccionar.

-Por qué nunca respondiste? De verdad que te echaba de menos, te necesitaba. -Dije yo.

-Mira Martin, éramos muy jóvenes, no sabíamos lo que decíamos, o lo que prometíamos. -Dijo el aragonés haciendo hincapié en la última frase.

-Osea que te acuerdas y nunca me dijiste nada? Desde cuando sabes quien soy yo? -Empecé a alterarme tras sus palabras.

-Era todo muy confuso, no tuve la mejor infancia y ya sabes lo que nos decía la gente cuando estábamos juntos. La realidad me aterrorizaba por lo que mi mente decidió borrarte de todas partes, como si fuese la única opción. Te reconocí desde el primer día, simplemente no me quería dar cuenta, hasta ayer.

-Yo flipo contigo Juanjo Bona, lloré por ti meses y años y no te dignaste a mandarme ni una puta carta. Despierta, abre los ojos, date cuenta de quién te valora de verdad, quién te quería de verdad.

Hasta las estrellas- juantinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora