epílogo: cartas

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10/11/2018

Querido Juanjo:

Han pasado ya nueve años desde la última vez que nos vimos, y cada minuto me haces más falta.

No sé si alguna vez has llegado a leer las cartas que te envío en tu cumple, incluyendo esta, pero vuelvo todos los días del insti a revisar el buzón para leer tu nombre y solo me encuentro varias multas y facturas, pero no pasa nada, me gusta pensar que no tienes tiempo o te has mudado y nunca vas a leer todo esto.

Hoy una niña en clase me ha llamado maricón, y no me ha afectado, estoy encontrándome al fin como persona y me encuentro en un momento muy feliz en mi vida, pero me faltas tú en ella. Es raro no pensar en ti mientras escucho los discos de aita, o cada vez que meriendo un bocadillo de nocilla en casa de amama. Son esas pequeñas cosas lo que te siguen teniendo presente en mi interior.

Esta mañana recogiendo la habitación he encontrado el pokémon de mi psp y me he acordado de ti, y hace un mes fue el pregón de zaragoza, y también me acordé de ti, siempre lo hago. Solo quiero que sepas que te echo de menos, muchísimo.

Seguro que estás super mayor y cambiado y ya habrás tenido tu primera novia, yo aún no, pero me estoy empezando a dejar el bigote, según aita, a las chicas les gusta. Aún no le he hablado sobre eso, ya sabes, lo que te dije en la carta del año pasado, que me gustan los chicos. No lo dejaré para largo, espero que salga bien.

Me he empezado a olvidar del sonido de tu voz y de tu cara, cada vez se vuelve más borrosa, y me fastidia, porque me se de memoria tu dirección, pero no los lunares de tu rostro.

En fin, te deseo todo lo mejor en tu cumpleaños, no todos los días se cumplen 15, obviamente y espero que algún día nos reencontremos y vuelva a ser todo como antes, porque tú me ayudaste como nadie lo ha hecho hasta ahora. Aunque es verdad que he hecho más amigos, ya no me siento tan solo, y he aprendido a defenderme de los cobardes que se meten conmigo, supongo que el mal genio lo apropié de ti.

Te quiero, Juanjo. Y no es solo porque estaba enamorado de ti con cinco añitos (aunque aún lo siga un poquito) sino porque fuiste, eres, y serás mi mejor amigo.

Me he sincerado demasiado en esta carta, pero mis esperanzas de que te llegue y la leas son tan bajas que ya no me importa, tengo que ser valiente.

Porfa, dame una señal de vida, solo para saber que estás bien.

Tu querido pumukis,

Martin.

Pd: Ama me ha dicho que debería dejar atrás el pasado, así que esta es mi última carta, lo siento.

...

—Ya está terminada, ama. —Resopló el menor reteniendo las lágrimas para no manchar la carta.

—¿Estás seguro de que quieres enviarla, cariño? —Su madre acarició su espalda para reconfortarle.

—Es su cumpleaños, tengo que enviársela, aunque no la lea. —Se levantó de la mesita del salón de su casa y metió el papel en un sobre de color azul, su favorito.

Su madre le dio la mano y juntos salieron de casa, para dejar la carta en un buzón de la calle de al lado.

—¿Crees que está bien? —Sorbía la nariz el vasco mientras una lágrima recorría su suave mejilla.

—Amor, es Juanjo, por supuesto que estará bien. Es un niño listo. —Le reconfortó al agarrar su mano de nuevo y limpiarle el rostro.

...

Como cada año, el buzón de Juanjo se llenaba con un colorido sobre azul, aquel sobre que tanto temía abrir, que tanto temía leer y más temía en responder.

—Juanjo, tienes una carta, otra vez. —Dijo su madre dejando el sobre encima de su escritorio.

—Llévatela, no la quiero leer, mamá. —Se tapó la cara con la almohada de la vergüenza, y sus ojos comenzaron a cristalizarse, no se sentía bien al actuar así, pero pensó que el contacto cero sería la mejor opción para olvidarse mutuamente, pero no fue así, cada vez el añoro era mayor, y ya no sabía cómo controlarlo. Su madre se sentó en el borde de su cama con él y le acarició el brazo.

—Vamos, cariño. No puedes seguir así, el niño te lleva mandando cartas desde hace nueve años y no te has dignado ni en abrirlas, al menos léela, tal vez te alegre un poco. —Tenía razón, y eso le dolía al aragonés, ha sido un cobarde, solo por miedo al "qué pensarán" y decidió borrar a Martin de su mente durante lo máximo posible, hasta que su carta llegaba, por lo que le resultaba imposible.

—Está bien, pero vete de aquí, quiero leerla solo.

Su madre se fue de la habitación y cerró la puerta, por lo que el mayor se dignó en abrir la carta.

Al terminar de leerla, no puedo evitar llorar, y lloró más de lo que nunca había imaginado, hasta el punto que se quedó seco, pero reconfortado. Era la última, nunca más le volvería a escribir, y todo por su culpa. Abrió rápidamente un cajón de su escritorio, cogió una cajita de madera, donde guardaba todas las cartas que el vasco le había escrito durante tantos años, y se puso a leer todas.

«Imbécil, imbécil» Se repetía asimismo en la cabeza, tuvo la oportunidad de arreglarlo todo, de volver a ver su querido amigo, pero fue lento y se le pasó el tren. Después de varias horas leyendo y llorando, se quedó dormido abrazando todos los papeles decorados con tinta azul, que se desteñían por la camiseta de Juanjo por las lágrimas derramadas en estas.

Su padre entró en la habitación para arroparle y apagar la luz, guardando todas sus cartas de nuevo en la cajita.

«Ya no hay nada que hacer, se olvidará de mi, y yo de él»

Ambos se encontraban a más de 300 kilómetros, pero sus sentimientos estaban tan cercanos que juraban seguir perteneciendo a sus vidas, volviendo a ser niños de cinco años, abrazados, durmiendo juntos, despreocupados del futuro y del "qué pasará". Solo ellos, la noche y el latido de sus corazones.

...

Holaa me apetecía subir algún epílogo hablando de cositas de cuando eran pequeños, y que mejor que redactar su ultima carta antes de q se olvidasen d ellos antes de su reencuentro y toda su bonita historia AAAA

Espero q os haya gustado mucho, os gustaria si subiese alguno mas?? Os leoo

Mi twitter: @ PatoPula

Y os agradecería si leyeseis mi nueva historia porfi🫶🏼

Os quieroo 💋🌷

Hasta las estrellas- juantinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora