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Sara le hizo prometer a su hermano que iba a cuidar a Pablo Gavira

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Sara le hizo prometer a su hermano que iba a cuidar a Pablo Gavira.

Aunque Gavi nunca supo por qué, la verdad era que Sara no soportaba a los matones.

Ella misma, en sus tiempos de estudiante, era la encargada de defender a los que no se defendían por sí mismos.

Pero ella ya había terminado el colegio, y no podía defenderlo.

Confiaba en que a su hermano dejaría de importarle una mierda todo, si al menos iba a la escuela para cuidar de él.

Por más que una parte de Gavi estaba ofendida porque no quería ningún guardaespaldas, una parte de él sabía que no le haría mal.

Y la idea de que Pedri lo cuidara, le gustaba.

Al día siguiente, Pedri se había sentado en el banco junto al suyo, mandando a la mierda a la chica que reclamó su lugar.

Gavi se había ganado miradas de odio por parte de la chica y de sus amigas, pero Pedri le dijo que si no podía decirles nada, él lo haría.

Eso le había causado gracia y había soltado una risa muda.

No pudo evitar ruborizarse, cuando vio a Pedri sonreír por aquello.

Se preguntó si lo hacía porque su risa sin ruido era muy ridícula, o si él mismo era ridículo.

Esos pensamientos lo habían hecho bajar la cabeza, avergonzado, y Pedri se había dado cuenta de su cambio.

— ¿Qué pasa, Gavi? — Preguntó con amabilidad, doblándose para mirar a Gavi al rostro, que tenía agachado.

El chico negó, aunque sus manos se movieron en un gesto que Pedri no pudo entender.

El mayor suspiró un poco.

No sabía nada de Gavi, pero parecía que él no se había acostumbrado a no usar el lenguaje de señas.

Pedri tomó su cuaderno de notas y una lapicera dejándolo caer sobre el banco de Gavi, y haciendo que el chico se irguiera con sorpresa.

— Di lo que quieras. — Dijo, señalando al cuaderno.

Gavi tomó la lápicera con duda, escribiendo lentamente y con vergüenza.

Luego, le alcanzó el cuaderno a Pedri.

"¿Soy ridículo?" Preguntaba en la hoja.

Pedri frunció el ceño, mirando las palabras.

Luego, alzó la vista para ver a Gavi, quien volvió a mirar hacia abajo, pero notó el brillo de las lágrimas.

Enojado, Pedri arrancó la hoja del cuaderno, rompiéndola en muchos papelitos, haciendo que Gavi lo mirara.

Juntando la hoja rota en su puño, y apretándola con fuerza, Pedri se inclinó hacia Gavi, mirando directamente sus ojos.

— No tienes nada de ridículo, Gavi.

— No tienes nada de ridículo, Gavi

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𝐌𝐔𝐓𝐄 | 𝐆𝐀𝐕𝐈 𝐘 𝐏𝐄𝐃𝐑𝐈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora