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En el viaje a casa, la señora Gavira dijo que le harían unos estudios a la garganta y al cerebro, cosa que le pareció raro y preocupante a Pedri.
Eran mejores amigos, conocían todo del otro, pero nunca hablaron de la mudez del chico.
Era un tema que evadían, y Pedri no sabía nada del mismo.
Gavi seguía distante, pero volvió a sonreír cuando llegó a casa de sus tíos, saludando a una mujer de vestimenta extravagante y a un hombre que parecía bastante más mayor que su esposa.
La mujer se presentó ante Pedri como Cristina, y pidió que no la trate formal porque la hacía sentir vieja.
La mujer resultó ser muy parlanchina, y algo en su personalidad le hacía acordar a Xavier.
— Entonces, Pedri...-- Dijo la mujer en cierto punto de la cena.- Cómo conociste a Gavi?
— Escuela, somos compañeros de clases.— Respondió.
— Pedri es muy bueno con Gavi. — La señora Gavira tenía una sonrisa. — Siempre le regala cuadernos para que pueda hablar.
Gavi pareció avergonzarse, bajando la cabeza para concentrarse en masticar.
Pedri lo notó, pero considerando que estaba distante con él, decidió no hacer nada.
— ¿No habla con señas?. - Cristina abrió los ojos ampliamente. Pasó su mirada de la señora Gavira a Pedri, y ambos negaron. — ¿Nunca aprendiste?
— No es necesario hablar con señas para comunicarme con Gavi. — Dijo Pedri, un poco molesto. - Si él quiere hablar de algo, lo escribe. Si yo quiero decir algo, él me escucha. E incluso si no decimos nada, nos entendemos.
Cristina asintió.
— Te comprendo, Pedri, pero lo que digo...En todo lo que conoces a Gavi ¿No sabes nada del lenguaje de señas?
Gavi negó.
La tía pareció decir algo, pero Gavi hizo una seña y la mujer cerró su boca, dejando el tema.
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