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Los días habían pasado, convirtiéndose en semanas, y llegando a ser meses.
Meses en los cuales Gavi, había logrado considerar a Pedri como su mejor amigo.
Pedri no era tan terrible como parecía ser.
Aunque Gavi era tan dulce como lucía, tenía cierto deje pesimista.
Pedri se preocupaba siempre por él.
Lo cuidaba mejor de lo que podría darse cuenta y era muy detallista con Gavi.
Notaba cada vez que el chico estaba pensando en algo malo por solo su expresión, y se encargaba de subirle el ánimo, o comprarle algún dulce para que se sintiera mejor.
Pedri ya sabía el gusto de Gavi por las cosas de fresa, o en segundo lugar, de tutti frutti.
Por su parte, Gavi sabía que Pedri no era de gusto dulce y prefería cualquier bebida con café antes que cualquier caramelo.
Podían pasar todo el día escuchando música en la cafetería, compartiendo un audífono de los auriculares que Pedri se había comprado especialmente para compartir con Gavi, dejando los cascos en su casa.
Caminaban juntos por los pasillos, y cada empujón que Gavi recibía, Pedri se encargaba devolverlo.
Gavi estaba más que feliz con eso.
Pasaban todo el día escolar juntos, y aunque no eran de hablar mucho por mensajes, solían hablar durante el fin de semana donde no se veían.
Aunque Pedri había dicho que prefería hablar con él en persona, porque era lindo verlo.
Por su parte, Gavi seguía feliz por estar junto a Pedri, aunque comenzaba a dudar de sus sentimientos y de si eran solo de amistad.
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