Sumérgete en un mundo al borde del colapso, donde Jiyumi, una estudiante aparentemente ordinaria, guarda un secreto que cambiará el destino de la humanidad. Cuando se encuentra con Kenji, un enigmático individuo cuyo pasado está envuelto en misterio...
- Kenji por favor... Si estas haciéndome una broma esto ya dejo de ser divertido... - Continuaba diciendo Tina con miedo mientras ahora se encontraba acorralada en una pared.
- Ay no para nada Tina, esto en definitiva no es una broma, solo estoy pidiendo tu amable ayuda para los tiempos oscuros que se avecinan - Kenji se tomo un respiro y se alejo así dejándose caer sobre un sofá cercano - Creíste que haciéndote pasar por una humana aparentemente inofensiva, ¿Olvidaría todo lo que me hiciste? - Siseo esto ultimo con enojo contenido apretando el puño - ¿O es que ya olvidaste nuestro ultimo encuentro?
- Tina miro a Kenji rememorando aquel momento, a pesar de que actualmente es una humana común y corriente tanto en cuerpo y en alma, aun conserva sus antiguos recuerdos como diosa - No... No lo olvido aun pero... ¿Por qué ahora? - Tina se mantuvo en silencio un momento - Yo sabia que estabas aquí en esta ciudad... Tu no escondes tu Xirar y yo trataba de evitarte pero... No sabia que conocías a Jiyumi.
[Año: ????? Lugar: Empíreo Divino]
La diosa Niferilia, conocida como la honorable Diosa del Amor, era una figura celestial envuelta en la esencia misma del amor y la compasión, su presencia irradiaba una calidez reconfortante y una serenidad indescriptible, su cabello largo y ondulado fluía en tonos oscuros y exuberantes, como la noche estrellada, mientras que sus ojos permanecían cerrados, como si las profundidades de su alma estuvieran inmersas en un estado eterno de paz. Se decía que Niferilia llevaba los ojos cerrados como un símbolo del poder del amor, que trascendía las barreras físicas y las limitaciones sensoriales. Después de todo, el amor es ciego, como ella misma solía decir, envuelta en una túnica larga y fluida, tejida en tonos cálidos de rojo rubí, rosa suave y dorado, Niferilia parecía una verdadera reina de la belleza y la armonía. Su atuendo estaba adornado con motivos florales, brillantes gemas y accesorios finamente elaborados, cada uno contando una historia de amor y devoción. Con un aura amable que envolvía a todos los que tenían el privilegio de estar cerca de ella, Niferilia personificaba el amor en su forma más pura y elevada, recordándoles a todos que, en un mundo de oscuridad, el amor siempre brillaría como una luz eterna.
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- Lani, ¿Es verdad lo que dice la Soberana Celestial? - Cuestiono Niferilia mientras caminaba con calma al lado de Lani.
- Lani suspiro con irritación - ¿Qué invento mi madre esta vez?
- Sobre tu "relación" con un demonio - Niferilia adelanto un poco el paso así poniéndose al frente de Lani - Sabes que tenemos estrictamente prohibido relacionarnos con cualquier asunto sobre Gehena... Y en especial con las pobres almas que residen ahí, podrán parecer criaturas no pensantes pero tienen una gran habilidad para el engaño y manipulación - Niferilia suspiro y se cruzo de brazos - Además te infunden temor para lograr lo que quieren.
- Shiru no es así - Respondió Lani tajante mientras se giraba a mirar a otro lado - Yo... Yo lo hare cambiar.
- No es tan fácil Lani, la mente de los demonios es compleja y aunque no me guste admitirlo... - Niferilia frunció levemente el ceño - Las diosas no tenemos el suficiente poder para contrarrestar esas manipulaciones... Solo la Soberana Celestial y Las 4 Arcanas tienen el suficiente poder para evitarlo.
