Sumérgete en un mundo al borde del colapso, donde Jiyumi, una estudiante aparentemente ordinaria, guarda un secreto que cambiará el destino de la humanidad. Cuando se encuentra con Kenji, un enigmático individuo cuyo pasado está envuelto en misterio...
- ¡Kenji! - Gritó Jiyumi, despertando de su desmayo con voz temblorosa mientras miraba a su alrededor, desconcertada.
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- Pero al observar detenidamente su entorno, se dio cuenta de que ya no estaba en el centro comercial, sino en la casa de Zarah, la confusión la invadió por completo - ¿Por qué estoy aquí...? - Murmuraba para sí misma, tratando de encontrar alguna explicación lógica.
- Tina, al escuchar el alboroto proveniente desde la sala, se acercó con expresión preocupada - Jiyumi, por fin despertaste - Exclamó con alivio mientras se aproximaba - Te traje aquí después de tu pequeño accidente... - Explicó nerviosa, lanzándole un guiño rápido como señal de que no debía decir más de lo necesario.
- Jiyumi la miró confundida por un momento, pero captó rápidamente el mensaje - Ah, sí... mi accidente... - Repitió con una risa nerviosa, desviando la mirada - Gracias, Tina.
- Tina asintió, pero al observar a Jiyumi detenidamente, se percató de algo inusual - Jiyumi, tu ojo... ¿es rosa?
- ¿Qué? - Respondió Jiyumi, desconcertada, llevando su mano a su rostro y girándose hacia un espejo, al verse reflejada, su expresión se llenó de consternación - Mi ojo... - Susurró, abrumada por la extraña revelación, con pasos vacilantes, se levantó del sofá y se acercó al espejo, sintiendo el corazón latir con fuerza en su pecho mientras contemplaba la desconcertante transformación en su reflejo.
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- Fue entonces que Zarah se acercó para mirar a Jiyumi y, despreocupada, comenzó a hablar - ¿Otra vez? Te había ocurrido algo similar cuando éramos pequeñas, el día en que te dieron la noticia sobre... - Se detuvo antes de continuar la oración, consciente de que podía incomodar a Jiyumi con lo que estaba por decir.
- Sobre la muerte de mis padres... - Completó Jiyumi, llevando a cabo la frase que Zarah había dejado en el aire.
- Sí, bueno, ese día te ocurrió algo similar, supuse que fue por llorar tanto, pero es raro que te vuelva a ocurrir casi 12 años después - Explicó Zarah, confundida pero acercándose a Jiyumi para examinarla más de cerca - ¿Al final nunca te dijo la policía cuál fue la causa?
