✰CAPÍTULO 5: LUCES APAGADAS.

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VIKTOR

UNA SEMANA DESPUÉS

Ha pasado una semana desde que conocí a esa pelinegra de ojos grises que ha puesto mi mundo de cabeza con sus discusiones tan bobas y lo peor es que no me deja ganar por nada—por alguna razón me encanta como es su carácter—definitivamente estoy de psiquiatra.

—Amaneciste modo acosador—se ríe Dareth.

—Claro que no, solo observó que no le pasé nada mientras está haciendo eso.

—Aja claro, me la he creído—se cruza de brazos.

—Lisa irá a una discoteca a celebrar tu nuevo proyecto ¿Vienes?

—No tengo ganas—suspiró.

—Sabes, Shayla va a ir—y solo con decir eso poso mi mirada en el de golpe.

—Si iré pero solo porque quiero llevar a Sasha.

—Uy, a mí me parece que irás porque va cierta chica—me sonríe burlón.

—No quiero amarrarme a nadie y eso lo sabes Dareth, créeme que ella no será la excepción—lo miro mal.

—Mi padre decía eso con mi madre pero cuando la conoció cambió de parecer, talvez Shayla sea esa chica—me palmea la espalda.

—Prefiero seguir follando con Sasha.

—El día que esa mujer de ojos grises te amarre y te haga tragarte una por una tus palabras yo cantare toda la noche—se ríe.

Ojalá y ese día no llegue nunca

Al llegar la tarde estoy en mi escritorio ordenando unos documentos cuando entra Shayla a la oficina como siempre con un plato lleno de comida.

No, no otra vez

—Hora de almorzar, señor Ferreti.

—No tengo apetito—miento, porque claramente tengo hambre pero no pienso aceptarlo en su cara.

Suspira profundamente y mira el techo como si pidiera la paciencia que ya no tiene.

—Si, si tienes hambre—me mira con esos ojos grises y solo con hacer eso me siento en la silla sin rechitar, almuerzo en silencio mientras ella hace lo mismo.

Observó ese cabello tan largo que se ve tan suave y liso a simple vista, me dan ganas de solo acariciarlo por un segundo aunque sea.

—¿Va a ir a la discoteca?

No me extraña que me saqué conversación ya que toda esa semana que pasó hemos hablado más de lo normal en el tiempo en el que almorzábamos juntos y también aprendimos a convivir en algunas cosas.

—Sí, ¿Y tú?

—Supongo—me mira dudando.

La oficina se queda en un silencio tenso.

—Hay veces que eres muy terca—ella suelta una risita.

—Créeme que no has visto nada, señor Ferreti—pestañea varias veces intentando coquetearme y lo logra, niego con la cabeza.

—Esperó no ver a fondo tú terquedad. Soy muy guapo como para que me mates por llevarte la contraria.

La miro fijamente.

—Eres muy arrogante a veces.

Créeme que no has visto nada, mi amor

¿Le he dicho mi amor?

—Ni te imaginas.

—Eres guapo, eso era de esperar.

Mi ego se sube más—si es que puede—solo con escuchar de nuevo esa confesión de ella, muchas mujeres me lo han dicho pero ella es la única que hace que mi cuerpo se alteré y actúe de una manera un poco irracional como si quisiera besarla o tocarla sin pensarlo.

Fuego Ardiente (Libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora