✰CAPÍTULO 3: YO NO.

19 2 0
                                    

SHAYLA

—¿Qué tal me veo?—me acomodo la camisa.

—Te ves divina como siempre—me sonríe Daría.

Uso una camisa negra con mangas largas, tiene un descote en medio de mis pechos no tan llamativo, uso una falda blanca con rayas grises no tan corta, me queda cinco dedos arriba de la rodilla y por último uso unos tacones no tan altos—porque me puedo caer y lo menos que quiero es pasar vergüenza empezando en mi nuevo trabajo—al menos con los que tengo puedo caminar cómodamente.

—Me voy, no vemos en la noche Daría—agarro mi bolso y salgo de la casa.

Al llegar a la empresa me acomodo la falda y camino nerviosa, llegó a recepción donde estaré sentada todo el santo día a menos que Viktor me llamé.

—Al menos tendré una amiga—me dice una chica un poco más baja que yo, cabello rubio no tan largo como el mío, pocas curvas y ojos cafés, me da una sonrisa agradable—soy Lisa.

—Shayla—le devuelvo la sonrisa.

—Espero que no pase lo mismo que con las otras secretarias—al decir eso la miro confundida—todas caen en el encanto de Viktor, se acuestan con el y al otro día las despide sin remordimiento.

Me congeló.

—Te recomiendo no hacerle mucho caso a lo que haga o te diga ya que es un mujeriego con toda la palabra.

Asiento con la cabeza.

—¿Trabajas aquí?

—No, soy la hija de un socio de Viktor—suelta una risita.

—Ah vale—acomodo mis cosas en el escritorio.

—Suerte en tu día, espero volverte a ver—me abraza dejándome desconsertada y luego se va por donde vino.

Me cae bien

Unas horas después Viktor llega a la empresa con su traje de color gris que se le amolda a su pecho, ese pantalón que le queda demasiado bien para el sano juicio de una mujer y tiene una cara de culo que enamoraría hasta la pared.

Me río internamente.

—Buenos días señorita Harguindey—me repasa con la mirada una y otra vez como si le encantará mi vestimenta, me cruzo de brazos mirándolo fijamente.

—Buenos días señor Ferreti—enarca una ceja.

Se va a su oficina donde cierra la puerta de un portazo y yo suelto el aire que no sabía que estaba conteniendo.

¿Por qué lo estaba conteniendo?

Las horas pasan rápido y lo mejor es que Viktor no ha llamado tanto como pensé que haría pero esas veces que estábamos solos en la oficina se formaba una tensión que nos encerraba haciendo que me pusiera más nerviosa de lo normal—cosa que no me está gustando—mientras Viktor solo me miraba sin decir nada.

—Tiene una reunión dentro de dos horas señor—le recuerdo mirando la tableta y el solo asiente con la cabeza—y luego tiene una cena con un socio.

El me mira sin pestañear haciendo que me ponga nerviosa, el lo nota pero yo disimuló que no me está pasando nada. Se levanta de su silla y camina hacia mi lentamente, aprieto la tableta con fuerza ya que no me gusta que se acerquen a mí porque me pongo más nerviosa de lo normal y es peor cuando es el.

—Tus ojos grises son desde que naciste, ¿Cierto?—coloca un brazo al costado de mi cabeza, mi cuerpo se tensa.

¿Me está preguntando eso? ¡¿Es enserio?!

Fuego Ardiente (Libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora