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—Este es tu nuevo hogar.

Miro las grandes puertas que ocupaba en la entrada. Un letrero que ponía Internado...

... para niños especiales... ¿Soy especial?

—Claro que sí, y sobre todo valiente.

—¿Qué va ser de mi padre?

—Olvídate de él, ahora estará cumpliendo condena, al parecer sufría de un trastorno de identidad disociativa —dijo el mayor. —Anda entra, que seguro te estarán esperando.

El lugar era gigantesco, con un gran patio y ventanas con vistas a unos jardines a lo lejos. Unos pasillos enormes y habitaciones por todos lados. Aunque se diera a entender que habrían muchos niños aquí, ninguno se encontraba en los pasillos.

No fue hasta que vio unos muchachos casi de su edad con una escalera de tijera apoyada para dar hacia una ventana semiabierta.

—Tavella, ¿¡qué hacés?! —gritó un niño de lentes y cabello más largo que corto, lacio, subiendo por la escalera mientras gritaba a la ventana. Observando quien estaba afuera.

—Escapar —se pudo escuchar desde la otra parte, al parecer con una soga se estaba escapando del lugar.

—Ya van 6 veces esta semana, ¿de dónde conseguiste esa cuerda? No ves que no estamos permitidos a llevar ese tipo de cosas —se pudo escuchar un ruido de algo romperse —¡TAVELLA! ¿¡NO VES QUE TE PUEDES HACERTE DAÑO?!

—Está todo bien, ¡solo tengo que bajar y ya! Dile al Sebas que pronto regreso.

—Si te pasa algo, ¿me puedo quedar tu peluche de conejito rosado?

—Cuídate, cuida de vos Topo. El peluche será pertenencia de Martin. Tú te quedas con mi plumón.

—¡No es justo! —escuchó un quejido por parte del pelo lacio.

Álvaro miraba esa escena, se sorprendió al ver que ningún adulto estaba ahí. Mejor dicho, se sorprendió más por la actitud del tal "Tavella", como aparentaba ser el más mayor de todos y comportándose así.

Se sorprendió por la actitud de los presentes.

—Él es así, no es su culpa —sonó una voz detrás suya, Álvaro se sorprendió y se giró. —Tú debes de ser el nuevo, ¿cierto?

Este solo lo miró y asintió. ¿La gente se enteraba de los niños nuevos?

—Tito, ¡no me avisaste que habría alguien nuevo aquí! —dijo quien parecía ser Topo, bajando de esas escaleras y yendo hacia ellos.

—Topo debemos irnos, oigo pasos detrás, ¡será un enfermero! —y dicho eso, el del rulos y pelo lacio, quien se dio la vuelta, empezaron a correr.

Justo detrás apareció alguien, quien le tocó el hombro, haciéndolo girarse.

—Tú debes de ser Álvaro, ¿no?  Soy Alejandro, tu enfermero personal. ¡Conmigo te ayudaré en lo que necesites!

—¿Por qué estoy aquí? —preguntó,

—Según tus informes, sufres de estrés post-traumático. No te preocupes que todo estará bien —Dijo Alejandro, enseñándole una sonrisa con pulgares arriba.

Alvin no reacciono, solo se quedó en silencio.

—... Alejandro. Alguien se acaba de escapar. Por ahí —apuntó Álvaro hacia la ventana.

—¿Un chico alto y de lentes hablás? —el menor asintió, aunque por su vaga descripción lo dudó en un inicio —Oh, no te preocupes, debe ser Tavella. Él siempre regresa.

El internado | Cuarteto de Nos | ALVIKIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora