15

281 27 3
                                    

Cada vez que veía la sonrisa de Alvin, lo sentía como un logro. Logró hacerle sonreír a aquel niño perdido sin propósito en la vida. Logro hacerle olvidar y sentirse acogido en este lugar. Podrían hacerle sentir inútil, un bueno para nada o una persona horrible, pero algo que nunca cambiaría de opinión es su logro con Alvin.

Su complejo de héroe le estaba jodiendo un poco la vida, pero era feliz. Feliz de ver la persona que amaba y que sentía diferente respecto a los demás sonreír, y sobre todo, que la causa de esa risa fuera él.

Se sentía satisfecho, completo. El solo saber que despertaría todos los días viendo la cara bonita de Alvin le daba ganas de seguir. Ahora tenía lo que le faltaba en la vida. Ya tenía todo lo que le faltó en la vida.

Su vida ya estaba completada.

Era lo que reflexionaba Riki, mientras Alvin se quedó dormido en su pecho. Ambos estaban en la biblioteca acurrucados, con una manta de algodón que se lo robó de Marre.

Era nueva, iba a ser para el mencionado pero Riki la robó.

Vio que se estaba haciendo tarde así que tuvo que despertar a Alvin.

—Alvarito —susurró el de lentes —hoy tienes doble clase, ¿no? Anda, ve con Alejandro.

El menor solo se molestó, despertándose.
Abriendo sus ojos de poco a poco.

—Pero Riki, no quiero..

—Sabes que tienes que ir.

—Pero-

—Hazlo, es por tu bien.

—Riki..

—Que vayas —ordenó el mayor.

—¿Y vos no tenías también?

—No te preocupes por mí, anda ve.

Alvin se levantó, mirándolo extrañado. ¿Iba a saltarse su clase? Se cuestionó pero igual se fue.

—Aunque la gente te vea débil, yo sé que serás el más fuerte, Alvarito.. —susurró para él mismo una vez que el menor ya se había ido.

Posó una sonrisa en su cara.

Sacó su mapa, pensó que debería terminarlo lo antes posible. Ya llevaba días sin tocarlo, se olvidó por un momento de esta.

Iba directamente a su habitación, tenia pensado en terminarlo.

Hasta que su enfermero lo vio.

No puede ser.

—¡Ricardo! —gritó y agarró fuertemente del brazo del menor para arrastrarlo. Tenía una cara de estar muy enojado, ya sabía que las cosas irían mal.

Mierda.

Riki solo se inmutó, mirándolo aterrado.

—Sabes que me pagan para enseñarte, no para buscarte. ¿No podés quedarte quieto por un momento? ¿Tan necesario es lo que hacías?

Fue lo que preguntó el mayor, el adversario no respondió. Se quedó en silencio, intentando guardar el dibujo en el bolsillo.

—¿Qué es eso? ¿Otra vez con ese dibujito? —se volteó, mirándolo.

Este se lo quitó de sus manos, Riki se asustó de lo que pudiera hacerle al mapa.

—Vaya, y sin terminar encima, ¿no que odiabas dibujar? Y ni siquiera lo podés terminar —fue la reacción del mayor.

—¡Devuélvemelo! —al fin se dignó a decir el menor.

—Hablaremos de esto después —dijo y le devolvió el papel.

Nunca confesó sobre el trato que recibía por su enfermero. Solo su hermano sabía, pero este le rogó por que no dijera nada, cosa que después de algunas disputas decidió que era decisión de Riki. Aunque Tavella al final se enteró, los tres decidieron mantenerlo en secreto, por petición de Riki.

Si tan solo supiera que hablando podía solucionarlo. Pero prefería vivir en silencio.

Alvin tenía sus sospechas, pero no se dignó a preguntar.

Ese día, Riki no fue al hormiguero, en cambio, se quedó en su cuarto terminando el mapa.

Alvin simplemente no quiso molestarlos y se fue a jugar con los otros.

El internado | Cuarteto de Nos | ALVIKIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora