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Aquel momento se vio interrumpido por la presencia del hermano mayor del de lentes.

—Aquí captando a 2 homosexuales en cámara.. —interrumpió Roberto, hasta que bajó la cámara al ver la escena —¿ya tan rápido son pareja?

—¡Cállate! —fue la respuesta del hermano menor mientras le tiraba una almohada.

Los dos se alejaron, avergonzados y con la cara roja por lo que pasó.

—¿Os interrumpí el beso? —quiso molestar Roberto.

—Rober, devolveme la cámara —apareció Tavella detrás.

—¡Chicos, chicos! ¡Encontré jueguitos de mesas en la biblioteca! —chilló Topo entrando rápidamente al lugar.

—¡Largaos! —gritó Riki.

Topo solo se deprimió y se dio la vuelta.

—No Topo, tú te puedes quedar. Los demás, largaos.

—¡Soy tu hermano! —se quejó Rober —no es justo... Bueno con Topo puedo entender por qué.

—Y después me llamas el gay a mí.

—Cállate... —murmuró — O sea, ¿me echás a mí? De mi propio-

—Nuestro —corrigió e interrumpió el hermano menor.

—Igual, ¿¡me echas de nuestra propia habitación?! Eso es favoritismo, ni Topo ni Alvin le decís algo.

—Por cierto, ¿y Marre? —Alvin preguntó.

—Está con Luis, dentro de poco saldrá. Juguemos al parchís mientras estos 2 se besan —sugirió Roberto mientras se llevaba a Tave.

—Chupen giles —dijo Tave al irse.

Topo solo se limitó a mirar a la pareja en la cama.

—Andá Topo, no te preocupes por nosotros, ve con ellos —dijo Riki.

El mencionado sonrió y se despidió cerrando la puerta.

—Topo es súper alegre, tiene mucha energía encima. Me cae re bien —sonrió.

—Es bipolar.

Alvin quedó en silencio.

—Aún así, es un bueno chico. Es bastante fuerte, yo creo.

—¿A qué te refieres?

—Es una corazonada. A pesar de sus episodios maniáticos y depresivos, aún así sigue sonriendo. Yo sé que él es muy fuerte, y diría que el más pero es obvio que tú le quitas el puesto.

—¿Yo? —preguntó Alvin.

—Eres el chico más fuerte que conozco, pasaste por tanto y por eso quiero hacerte olvidar de todo. Como ya lo dije, ¡te voy a estar protegiendo!

Y siguieron hablando, bueno, Riki siguió hablando y Alvin siguió escuchándolo, la dinámica volvió a ser como era antes. Pasaron las horas y se hizo tarde.

—Alvin, ¿tenés hambre? —preguntó Riki, quien ya empezaba agotarse de tanto hablar.

—No mucho la verdad.

—¿Quieres ir por un snack?

—Por mí bien.

—Vamos.

Y se levantaron directo hacia el comedor, al bajar de las escaleras, en el primer piso, alguien los detuvo.

—¡Riki! —era el enfermero Luis —¿¡Dónde estabas?! ¿Y tu hermano?

—¿Luis? Este... estaba en mi cuarto, ¿por? —respondió el de lentes —mi hermano está en la biblioteca, supongo.

—Tengo muy malas noticias Riki —fue lo que dijo.

Luis se quedó en silencio, debía elegir correctamente sus palabras por lo que iba a decir.

—Lamentablemente... tu madre... falleció —finalmente dijo, hubo otro silencio —lo siento muchísimo.. hace horas.. confirmaron su muerte en el hospital.

El mencionado solo se quedó en silencio. Alvin inmediatamente lo abrazó, sujetándolo.

Sentía todo su peso en él, parecía como si se estuviera por caer, sin estabilidad. Se estaba lamentando tanto por el de lentes, no dijo nada sin embargo, pero intentaba consolarlo cargándolo, mientras el contrario parecía no reaccionar.

—Riki... lo siento muchísimo-

Fue interrumpido el menor.

—¿Qué pasó? ¿Qué pasó realmente? ¿Cómo.. falleció?

Otro silencio.

—Ella a penas podía moverse al despertarse, no recordaba nada y solo balbuceaba. Los médicos decidieron que lo mejor fue desconectarla —tuvo que explicar Luis, con una cara de tristeza.

—¿¡Eso fue lo qué pasó?! —se alteró Riki.

—Lamentablemente —y acto después le dio un abrazo rápido —lo siento mucho, debo irme.

Y con eso dicho, se separó y tuvo que irse. Los dos presentes solo se quedaron abrazados en el pasillo. Ninguno se atrevía a inmutar alguna palabra.

—Riki.. siéntete libre de llorar si quieres, enserio lo siento muchísimo por lo que pasó.

—No puedo. No puedo, no.. Alvin.. no me salen las lágrimas...

El contrario por reacción lo acercó aún más. Apretando y acariciándole la espalda.

—Alvin.

Este solo quedó en silencio, esperando a escuchar la razón por la que lo llamó.

—Dime —dijo al ver que no soltaba ni una palabra.

—Tápate los oídos —dijo finalmente.

—¿Qué? ¿Por qu-?

—¡Tápatelos! —tuvo que interrumpir.

El menor solo obedeció, soltando al contrario para con sus manos taparse los oídos por encima.

"Justo a tiempo"

Pensó Riki, pues acto seguido se logró escuchar un grito tan desgarrador como doloroso que seguramente todos los presentes en el internado tuvieron que escucharlo.

Roberto debía estar destrozado.

El internado | Cuarteto de Nos | ALVIKIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora