Entre Risas y Feromonas

32 1 0
                                    


~ 2 ~


Durante el resto de la mañana, estuve revisando las cuentas para asegurarme de que estuvieran en orden, verifiqué que los pagos a proveedores estuvieran al día y que la calidad de las hierbas y productos para los tés fuera la mejor del mercado. Ni siquiera pude tomar un desayuno adecuado, ya que la clientela de clase alta estaba dispuesta a pagar un precio ridículo por unos postres y tés. Observé cómo disfrutaban sentados en las mesas, conversando con sus acompañantes o participando en citas arregladas por sus padres. No era inusual ver citas arregladas en Ërrendle; de hecho, era algo muy común en la alta sociedad, especialmente entre omegas y alfas, donde «solo se venden al mejor postor».

Por lo general, los omegas siempre estaban acompañados por una escolta, ya que la seguridad de dicho omega era primordial. Hace algunos años, los omegas eran víctimas de violaciones a plena luz del día, y nadie hacía nada. Solo se decía que las feromonas de omegas volvían locos a los alfas, que peleaban como perros rabiosos y todo era culpa de ellos. Sin embargo, con las nuevas leyes impuestas por la casa gobernante, toda agresión injustificada hacia un omega era castigada duramente por la ley, y no bastaba solo con un castigo monetario o unos años en prisión; a los violadores de omegas se les castigaba con la muerte.

Ahora era normal ver a omegas siempre acompañados para evitar cualquier "incidente" o daño a la reputación del omega. Sin embargo, las medidas tenían poco valor si el omega no ponía de su parte.

«Hay pocos omegas para los alfas.»

Terminé de hacer las cuentas y archivé todos los documentos. No era un empleo a tiempo completo; solo necesitaba venir unas cuantas veces a la semana o para cubrir el turno de alguno de los empleados.

Toc, Toc...

—Señorita Pearl.

Tocó a mi puerta una de las empleadas.

—Melisa, adelante... —Sonríe con aquella sonrisa de negocios que sabía bien hacer. —¿En qué puedo ayudarte?

—Vera —dijo dubitativa. —Me casaré dentro de dos meses y quería invitarla a la boda.

Melisa lucía su cabello rojo recogido en una hermosa trenza, siguiendo el estilo élfico que solían llevar comúnmente. Según tenía entendido, se comprometió hace un año y medio con un metamorfo de la casa del Solsticio. Para mí, resultaba peculiar tener certeza sobre las casas que ocupaban los territorios del sur, norte, este y oeste. Aunque llevaba cierto tiempo al servicio de mi casa, desconocía con precisión el nombre de mi padre, así como partes de mi infancia y adolescencia, incluyendo los lugares a los que fui con él.

Sin embargo, permanecía en la oscuridad respecto a por qué siempre viajaba con mi padre, por qué nos mudábamos en medio de la noche o antes del amanecer, y cómo adquirí conocimientos sobre leyes, historia, ciencia y varios idiomas. Todo lo vivido en los últimos cinco años se hallaba perdido en alguna parte de mi mente. Lo único que comprendía era que debía esperar, como si fuera una medida de seguridad para mí. La incógnita radicaba en ¿de quien debía cuidarme?

—¿En serio? ¿Puedo ir?

—Por supuesto —me entregó la invitación en un sobre verde. —Sé que nos acabamos de conocer, pero usted ha sido muy amable y nos cuida a todos en la tienda, por lo cual quisiera que viniera como invitada.

El sobre era hermoso y llevaba un sello dorado con el emblema de la Casa del Solsticio.

—Será un placer ir; tu futuro compañero tiene suerte de tenerte.

Se sonrojó como un tomate y se abanicó la cara.

—Se lo digo todos los días... la ceremonia de ensayo se hará en Kazcelhona, el resto de los detalles están en la invitación.

La Ascensión de la EspecieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora