~ 15 ~
Necesitaba soltarlo todo, quería gritar hasta que me doliera la garganta, llorar hasta que mis ojos se hincharan, todo al mismo tiempo. Sin embargo, me negué a sucumbir, pues una vez que empezara, sería difícil detenerme o explicar mi comportamiento sin romperme en mil pedazos. Recordar a Terrence, saber ahora lo que significaba para mí y el no poder hacer nada contra Guilliam, el no poder matarlo como lo pensaba justo ahora, podría hacerlo era un hecho. Estaba más que segura de que lo disfrutaría. No obstante, ¿Qué pasaría con mi audiencia, con mi vida y mi familia?
«No, no estamos dispuestas a perderlo todo.»
Continué caminando por el pasillo; pronto me alcanzarían los guardaespaldas, seguramente podían ver mi mal humor, y ellos mejor que nadie sabían lo que yo era capaz de hacer si me fastidiaban. La ola de recuerdos me golpeó demasiado fuerte al pensar en familia; manitas, risas infantiles, campamentos nocturnos junto a una fogata, el llanto de un bebé, luego de unos niños corriendo por un jardín lleno de flores. Eran momentos hermosos guardados en mis memorias y luego otros en los que el silencio de una casa me llenaba de pena; la ausencia de él en mi vida me consumía constantemente. Empecé a hiperventilar; no lograba controlar mi respiración; sentía que algo dentro que ya estaba roto, volvía a romperse. Me sostenía como podía a la pared, sosteniendo mi estómago.
—¡Mi señora! —susurró uno de los guardias, el que tenía el arco. —¿Se encuentra bien? Permítame cargarla y la llevaré a la residencia.
Quería negarme y decirle que me diera unos minutos, pero entonces la puerta frente a mí se abrió de golpe y un omega cayó a mis pies. Del cuarto emanaban demasiadas feromonas; estaba semi desnudo y golpeado. Era el omega que había visto antes de entrar al ala vip.
—Por favor, ayuda... por favor... —Se encontraba boca abajo, sosteniéndome del pie, tenía las muñecas atadas con una correa, la camisa rota y sin pantalón o ropa interior.
—Oye... que alguien traiga a la ¡Perra! —Exigieron. —¡Oh! Pero si tenemos compañía, ¿Te gustaría unirte a nosotros?
Ahora de pie, mirando al omega tembloroso, llorando y gimoteando. Podía sentir la ira aullar, no importaba si los usaba de excusa, yo no era una justiciera; ya había visto a muchos omegas como él ser utilizados o violados. En ocasiones, hice algo; en otras, no hice nada. No me sentía orgullosa, pero ¿Qué podía hacer si al igual que ellos mi posición era peor? Solo que ahora me olvidé de eso, me olvidé de mí y quería matar a alguien. El macho era un cambiante alfa, su pecho desnudo bien formado inflado orgulloso por sus actos. No necesitaba mirar a los otros detrás de él; sus feromonas me lo decían todo.
Volví a agacharme y levanté su rostro para ver mejor al omega, el labio partido, un ojo hinchado y la ceja rota, tenía moretones, pero al menos no habían sido estúpidos en marcarlo, aunque me preocupaba más que el baño de feromonas hiciera que entrara en su ciclo.
—¿Te violaron? —Negó con la cabeza—pero lo han intentado. —Asintió llorando...
—Mi señora, puedo hacerme cargo. ¡Jurdi! Escolta a la señora, yo me...
Le interrumpí.
—¡NO! Yo me encargo. Que alguien lo lleve al médico y cure, dame tu cinturón. —El guardia con el arco en su espalda abrió mucho los ojos, quizás preocupado por ellos, sin embargo, reconocí la mirada de satisfacción. —Quédate y custodia la puerta. Que nadie entre y manda a llamar a otros de la guardia para que recojan la basura cuando termine.
—Soy Ligier, mi señora. Con gusto esperaré a que termine.
—¡Oye! ¿Qué pasa? Llama a otra zorra aquí, el otro era aburrido. —Los alfas dentro de la habitación parecían ansiosos.
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La Ascensión de la Especie
FantasyEn un mundo donde alfas, omegas y seres míticos dominan el destino de todos, Pearl despierta sin recuerdos, atrapada entre las sombras de su propio pasado y los oscuros secretos que la rodean. Tras un inesperado encuentro en una tienda, su vida se e...