Amor, Recuerdos y Nuevos Comienzos

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Fue Caín quien me hablo sobre la imprimación entre alfas y omegas, recordaba sus palabras tan claras como si lo hubiera escuchado hace solo un instante.

—La imprimación es una conexión entre las almas, algunos lo llaman destino, pero como sea es algo que solo pasa con tu pareja destinada, no hay ciencia en esto hija, son cosas que no tienen una explicación, pero existen por una razón que para seres como nosotros es difícil de explicar o entender.

Recuerdo que el fuego de fogata calentaba mis mejillas por haberme acercado demasiado, nos habíamos quedado en la montaña a ver las estrellas a tener un momento entre padre e hija.

—¿Tu y papá? Estaban... ya sabes eso.

—No lo sé hija, solo sé que cuando lo vi nuestra conexión fue instantánea, ambos supimos al instante que no podríamos separarnos y así fue, así sigue siendo. Imagina que te imprimas y al alejarte de tu pareja, no abra nadie más que él, otros alfas te asquearan, te cuerpo rechazara a otros, por que tu alma ya está conectada a ese ser.

—Espero nunca imprimarme de nadie. —Le solté siendo tan infantil. —El amor es algo que da miedo.

Papá lo pensó por un instante antes de hablar.

Si aterra y asusta hasta el punto de querer morir, pero también nos da la fuerza para seguir viviendo...

Ahora que lo pensaba con detenimiento esa noche ubo muchas estrellas fugaces y desee que nunca me enamorara de alguien que me rompiera el corazón, quería amar a alguien que tuviera la fuerza de enfrentar a los que querían hacerme daño. Ni siquiera era algo que recordara, era un recuerdo de cuando tenía solo 8 años, aún era demasiado inmadura para entender que mis palabras habían herido a Caín, el aun añoraba a su alfa y yo solo le echaba sal a su herida.

«Que estúpida había sido.»

Abrace tan fuerte a Terrence como me fue posible, llore sobre su hombro y el solo me consoló, dándome suaves palmaditas en la espalda, y así como si nada, entendí que esta conexión, este sentimiento jamás se iría, que este alfa me amaba y que me pertenece como yo a él. Me tocaría rezarle por primera vez a la diosa que el fuera capaz de perdonarme algún día pues por mucho que el dijera que no había nada que lamentar, sabía bien que una parte de él no lo hacía y jamás lo haría.

—Debo volver a la sede de mi empresa. Harlam debe estar cargado de trabajo, y seguramente hay cosas de las que debo encargarme. —Nos separamos a regañadientes. —Me gustaría quedarme contigo, pero es más seguro estar aquí... Hablaré con mi hermana y con el capitán de la guardia. Aún tengo influencias, a diferencia de mi hermana, que aunque es la futura heredera de la casa de la luna, yo les caigo mejor —bromeó y me guiñó el ojo.

No era el momento para bromas, pero no logré contener la risa. Confiaría en Terrence; eso era lo que ahora me tocaba hacer, o mejor dicho, me tocaba aprender.

—Ok... Terrence, ahora entiendo que quieras cuidar de mí, y eso me gusta. Solo ten paciencia conmigo. Estar sola por años me ha hecho demasiado independiente, lo cual no es malo, pero eso me ha convertido en alguien que no sabe lidiar con otros ni mucho menos tener una relación. No tengo idea de qué se supone que está bien o no...

—Nos tomará tiempo acostumbrarnos, a ambos, pero si confiamos en esto que sentimos, lo solucionaremos.

No dejaba de morderme el labio. Me ponía nerviosa que él me pidiera tal confianza ciega. Eso había hecho que papá muriera y que yo llevara una vida que, si bien no era un camino de rosas, no todo ha sido malo por completo.

La Ascensión de la EspecieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora