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— Dadza ayer fuiste dos veces, ¿Por qué nuevamente vamos a ir a la tienda?

— Necesito una nueva caña para pescar.

Tallulah lo miro incrédula mientras seguía caminando con él a dirección de la tienda del pueblo.

— Ya tienes dos.

Se encogió de hombros — Una nueva no vendría mal.

— Ni siquiera las utilizas, Dad.

— Pero las colecciono — Noto como negaba a su dirección — Hey, si es verdad — Tallulah seguía viéndolo con el ceño fruncido haciendo que Philza reprochará por debajo. — Sólo vamos a la tienda.

Philza nuevamente estaba emprendiendo su visita a la tienda de Missa está vez acompañado de su hija Tallulah. Está vez tenia un plan en mente; para tratar de no verse ya tan obvio de ir muchas veces.
De por sí sabía que los del pueblo se sorprendían por verlo caminando, ya que siempre estaba en su granja apartado de todos, una parte de él sentía que Missa ya podría sentir extraño verlo a él todo los dias sin falta en su tienda.

Por lo que planeo algo nuevo; si llevaba a su hija con la excusa de que ella quiere ver y jugar con el hijo de Missa, Chayanne, podría tener una excusa perfecta en quedarse en la tienda y le daría tiempo suficiente para estar con Missa.

Si, tenía un buen plan en su mente.

Obvio que también contaba que probablemente Missa estaría entretenido atendiendo a los clientes de la tienda, pero igual contaba con solución, podría ofrecerle de su ayuda para atender la tienda. Así tendría tiempo con Missa.

Definitivamente, Philza ya tenía previsto bien de su plan.

Luego de una larga caminata desde su granja hasta la tienda, al final habían llegado pero algo era distinto.
La puerta de la tienda estaba cerrada; normalmente cuando Philza llegaba a la tienda siempre estaba abierta y con luces prendidas por el marco y llegando clientes para comprar.

Extrañado, tocó la puerta suavemente esperando alguna respuesta. Talvez había llegado muy temprano de lo planeado.

— ¡Ay chingadamadre! — Tanto Tallulah como Philza saltaron asustados por el repentino grito. Cuando voltearon a dónde se escuchó el grito vieron como se asomaba Missa desde aun lado de la tienda. — Una disculpa no abro la tienda ho-...¡Philza!

Missa una vez supo quién se trataba se acercó dándole una sonrisa llena de alegría — No pense que vendrías hoy, Phil, perdona si te asusté con el grito de hace rato, digamos que tuve un pequeño inconveniente.

Missa soltó una risa avergonzado mientras pasaba a saludar a Tallulah con igual alegría teniendo de resultado que la niña también lo saludo con la misma energia. Nuevamente miro a Philza un tanto extrañado al notar como no había reaccionado a su saludo y sólo estaba viendolo fijamente.

— ¿Eh? ¿Está todo bien? — Movió su mano en el rostro de Philza de un lado a otro tratando de llamar su atencion.

Philza, Philza estaba perdidamente entretenido mirando detalladamente a Missa; ya era una costumbre siempre verlo con su ropa de siempre, pero las pocas veces que lo llegó a ver con ese gorro café tapándolo del sol lo hacía ver tan resplandeciente, a pesar de que los rayos del sol no llegarán a su cara.

Pero su momento perdido se terminó al sentir como Tallulah lo jalaba de la ropa para poder nuevamente traerlo devuelta, por lo que rápidamente se recompuso dándole una sonrisa a Missa notando como él estaba ya preocupado viéndolo.

— Si, está todo bien, tranquilo Missa — Tomo de la mano de Missa para darle un suave apretón amistoso haciendo que dejara estar preocupado y pueda nuevamente ver su sonrisa.

Crown of petuniasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora