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Decir que Philza tuvo el mejor sueño en toda su vida sería una verdad que sin duda presumirá si le llegas a preguntar.

Durmió tranquilamente con Missa.

Obvio, cada quien en su lado de la gran cama de Philza, pero durmieron con tanta paz que al día siguiente no fue sorpresa que despertarán casi abrazados.

Si no fuera por la almohada del medio, si estarían abrazos. 

Detalles molestos para Philza, pero eso no hará que su felicidad disminuya.

Su mañana también fue tan agradable.

Despertar y ver a Missa profundamente dormido, aprovecho para mirarlo detalladamente su rostro, podía notar sus facciones tan llenas de calma; no iba a desperdiciar la oportunidad, casi nadie tendría el privilegio que tenia él de verlo en ese estado.

Esperaba poder verlo más en esa forma.

¿Debería sentirse afortunado más de lo que ya está?

Obvio que si.

— Buenos días — Pudo apreciar la voz ronca de Missa mientras se estiraba quitando todo el sueño de su cuerpo y dándole una sonrisa a Philza.

— Buenos días, al parecer alguien durmió bien — Soltó una carcajada Philza al ver ese cabello tan desordenado una vez que Missa se acomodó en la cama para sentarse — Bonito nido, talvez mis cuervos quieran vivir en ese lugar — Bromeó obteniendo una mueca de Missa haciéndolo reír.

— Chistoso — Pero la mueca en Missa rápidamente se reemplazo por una carcajada al notar que igual forma Philza tenía su cabello un desastre — Al menos no soy el único con un nido.

Philza arrugó la nariz divertido apreciando la risa de Missa; tener privilegio de escuchar primeramente su risa antes que los demás es algo que claramente presumirá.

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Lastima que como todo lo bueno llega a su fin.

Missa ya se tenía que ir de su granja junto con Chayanne para trabajar en la tienda, aunque Philza estuvo insistiendo que siguiera descansando ya Missa no acepto su propuesta debido a que si tenía clientela que atender hoy.

Así que a regañadientes Philza tuvo que aceptar, igual el tenía que trabajar este día en la granja.

Por lo que terminando de alistarse todos y desayunar los cuatro una deliciosa comida preparada por Missa; nueva victoria para Tallulah en no comer pan; emprendieron el largo camino de la granja de Philza al pueblo.

Si no podía tenerlo más en su casa entonces lo acompañaría a dejarlo, nadie va arruinar sus planes si puede aprovechar la situación a su favor.

— Gracias por dejarnos dormir en tu casa, Phil — Termino de abrir la puerta de la tienda dejando que los niños entren para después entrar ellos dos y caminar hasta la caja registradora — No se cómo agradecerte.

— No hay necesidad de que lo hagas, con el hecho de que hayas aceptado ayer en descansar a mi lado yo me doy por servido — Missa le dió una sonrisa algo apenada haciendo que Philza igual tenga una en su rostro — Después de ayer puedes venir cuando quieras, pero está vez yo te recogeré de tu casa para que no vayas solo por todo el camino — Escucho la risa de Missa mientras veia como negaba divertido y se ponía su mandil negro de siempre junto con esos guantes grises — No te los pongas.

— ¿Porque no?

Tomo suavemente la mano de Missa que todavía no estaban cubierta por el guante para darle una suave caricia y una sonrisa — Tienes unas manos muy lindas para que las ocultes.

Crown of petuniasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora