Al llegar a Montefioralle, me dejó en mi casa y él se fue a ver a su abuela. Estaba confundida y necesitaba a alguien con quien hablar, por lo que escribí a Oli. Ella sí que sabía dar buenos consejos.
Oli:
Sabía que me ibas a escribir jajaj
Nova:
¿Cómo? Pero si aún no te he contado nada y ya estás especulando.
Oli:
No, no estoy especulando. Sé con certeza que me vas a hablar del pintor guaperas
Nova:
Primero que nada, no es un guaperas y segundo, necesito tu consejo.
Oli había sido mi mejor amiga desde el momento en que nos conocimos. Nunca antes había sentido tal conexión con una amiga, aunque yo no era mucho de tener amigas. En el colegio tuve una amiga, pero me acabó abandonando en el instituto cuando decidió que yo no era lo suficiente popular como para ir con ella y sus nuevas amigas. Nunca le guardé rencor, pero sí que me dolió. Quizá fue ahí cuando empecé a sentir que nunca iba a ser suficiente para nadie.
Una ínfima parte de este sentimiento se desvaneció cuando Oli apareció. Creo que me enseño lo que era tener una verdadera amiga, me hizo sentir que para ella sí que era suficiente, era incluso más que suficiente: o eso era lo que ella me decía. Si no nos gustasen los hombres a las dos, me habría casado con ella hace mucho.
Tener problemas de autoestima por haber perdido tanta gente en tu vida no era algo que se desvaneciese de la noche a la mañana porque alguien te haya dicho que te quiere. Todo eso empezó con mi padre, cuando se desentendió de mi existencia, y se fue alargando con los pocos amigos y novios que había tenido a lo largo de toda mi vida.
Sentirme insuficiente en cada aspecto de mi vida me hacía tener que esforzarme más en absolutamente todo: en mis relaciones, en mi trabajo, incluso en mi propia casa; ahí donde se supone que debería descansar del resto del mundo, ahí donde se supone que era mi lugar seguro.
Ya que yo no era perfecta, por lo menos necesitaba aparentarlo: necesitaba un novio perfecto, organizar una boda perfecta, hacer todo perfecto en el trabajo, tener una vida perfectamente ocupada, pero guardar el poco tiempo que me permitía tener libre para tener un mínimo de vida social. Ya que tampoco había tenido una familia perfecta ni convencional, tenía que conseguir formar una que sí lo fuese.
Oli sabía cómo me sentía incluso cuando yo ni siquiera lo sabía. Ella también fue la primera en aclarar mis sentimientos.
Oli:
Quizá lo que te pasa es que te gusta Marco
Nova:
¿Qué dices? Pero si sabes que tengo novio. Prometido, más bien.
Marco es mi amigo, me siento bien con él, pero nada más.
¿Cómo podía gustarme Marco si simplemente éramos amigos? Nos conocíamos poco, ¿cómo podía gustarme Marco si yo tenía pareja?
No era de las que eran desleales. Pese a todo yo seguía teniendo pareja.
Oli intentó convencerme de que merecía más el amor que Marco me brindase que el de mi propio novio, pero no tenía yo tan claro que Marco tuviese sentimientos por mí. Éramos amigos y nada más.
***
Marco me invitó a dar un paseo por el pueblo y acabamos en la casa de una de las amigas de Giulia, Francesca.
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Un verano para renacer
RomanceTras una dolorosa revelación que dejó su corazón en pedazos, Nova Blanco decide huir de la vorágine de la Gran Manzana desesperada por encontrar respuestas. Dejando atrás su vida en Estados Unidos, llega a la encantadora villa italiana de Montefiora...