CAPÍTULO 8

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Quizá todo cambiaría. Para bien o para mal. Quizá todo se hacía más complicado, o no. Quizá todo se hacía más fácil.

Pero no podía alargarlo más. Necesitaba eliminar cualquier rastro de duda de mis sentimientos.

Aún podía sentir sus labios sobre los míos, esa calidez de sus manos sobre mi cintura, cuando sus dedos rozaron mi mejilla y me provocaron miles de millones de mariposas en el estómago.

Cuando parecía que el mundo a nuestro alrededor había desaparecido, dejándonos solos en nuestra burbuja. Las dudas y miedos se disiparon, dando lugar a algo que ya era más que evidente: la conexión irreparable que había surgido entre nosotros.

Parecía que aún podía sentir su aliento sobre el mío cuando nos separamos, nuestros labios húmedos y nuestros ojos fijos en los del otro.

- La relación con mi padre nunca ha sido fácil, ¿sabes? -. Comenzó.

Salí de mi ensimismamiento y subí la mirada cuanto pude para ver sus ojos, se encontraron con los míos.

Estábamos sentados en mi sofá. Él con su brazo sobre mis hombros, donde nuestras manos se entrelazaban y donde nuestros dedos jugueteaban entre sí.

- Siempre ha sido un hombre muy serio. A veces pienso que nunca me quiso, o que simplemente decidió tenerme para tener un hijo que pudiese heredar legítimamente su empresa -. Continuó .- En cuanto decidí no seguir su camino, decidió que me odiaba.

- ¿Pero por qué dices eso? ¿Cómo te va a odiar si eres su hijo? No puede oponerse a que quieras pintar -. Añadí.

- No es eso. Desde muy pequeño he jugado al fútbol y un día, en un partido, un ojeador se fijó en mí. Me fichó y estuve años jugando al fútbol. Era algo que realmente me apasionaba -. Suspiró con lo que me pareció algo de tristeza .- Hace tres años, en un partido, jugamos contra un equipo que era muy violento. Recibí una patada de uno de los jugadores en la pierna que me llevó al hospital.

- Madre mía, debió haber sido horrible.

Intenté buscar algo de esperanza en sus ojos, pero no la encontré.

Me agradaba que se estuviese abriendo a mí, que me estuviese contando su historia y cómo se siente al respecto. Ese beso había servido para derrumbar las barreras que teníamos.

O tal vez solo me estaba contando su vida para que yo le contase sobre mi compromiso.

- Lo peor vino después, cuando me operaron y me dijeron que era muy poco probable que pudiese volver a jugar al fútbol -. Abrí la boca en señal de asombro .- Fue entonces cuando descubrí la pintura, que llenó casi por completo el vacío en mi corazón que dejó el fútbol. Pero mi padre no lo entendió, él quería que me dedicase a algo "importante" como ser médico, economista o algo por el estilo, como si el arte no fuese importante. Desde entonces, siempre que nos vemos me echa en cara que, tras mi lesión, no me centrase en la empresa. No le basta con que tenga acciones y me encargue de ciertos aspectos financieros, lo único que quiere es que me convierta en su sucesor.

Suspiró, esta vez con rabia. Apreté su mano con la mía.

- No entiende que mi hermana también puede sustituirlo, ella sí que ha estudiado empresariales y sabría cómo manejar la empresa, no yo.

Mientras él compartía sus sentimientos, sentí una mezcla de compasión y admiración hacia él, por perder una pasión y encontrar otra, y seguirla pese a la incomprensión de su padre. Admiraba su valentía.

Al escuchar su historia, me di cuenta de que todo ese tiempo había estado muy equivocada con él. Ambos llevábamos nuestras propias luchas internas.

Él agradeció mi comprensión. Me quedé con la sensación de que él quería que yo me abriese a él, que le contase más sobre mí. Pero no estaba preparada. Solo había hablado sobre eso con Olivia y no creo que Marco pudiese entender por lo que estaba pasando.

Un verano para renacerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora