Pasamos el resto de la noche en la habitación sin hacer nada por mi miedo a que se repitiese la situación o simplemente por evadir el máximo tiempo posible coincidir con Alessia y Adriano. La mañana siguiente también la pasamos en la habitación, refugiados del mundo exterior y de las miradas de sus padres. Nos sumergimos en una burbuja de la que yo no quería salir, a Marco le daba más igual
Finalmente, cuando el sol alcanzó su punto más alto en el cielo, decidimos enfrentar el día. Bajamos las escaleras juntos, Marco tomando mi mano para darme ánimos.
- Buenos días -. Saludó Alessia, tratando de disimular una sonrisa.
Por lo que nos contó Alessia, Adriano había desaparecido hacía un par de horas, había vuelto a Florencia por asuntos de la empresa. Quizá se había inventado esos asuntos porque no quería vernos, se notó en su cara de disgusto cuando abrió la puerta de la casa la noche anterior.
- ¿Cómo habéis dormido? -. Preguntó Alessia.
- Bien, gracias -. Respondí mientras Marco se iba al baño.
Nos sentamos a comer juntas, tratando de mantener una conversación sin incomodidades, a pesar del incidente.
- Cariño, no tienes por qué avergonzarte de lo de anoche -. Dijo ella.
- Gracias Alessia -. Respondí forzando una sonrisa .- Solo fue un poco... inesperado.
Ella me miró con ternura, comprendiendo la situación. Sabía que, aunque intentara restarle importancia, la vergüenza seguía presente en mi mente.
- Entiendo cómo te sientes, Nova. Pero quiero que sepas que no es nada fuera de lo común, ya nos ha pasado alguna que otra vez -. Añadió tratando de reconfortarme.
¿Cómo?
- ¿Cómo? -. Verbalicé, sorprendida por su revelación.
Alessia suspiró, como si estuviera recordando viejas anécdotas.
- Bueno, ya sabes cómo es la vida en una casa familiar. A veces, las cosas simplemente suceden. Recuerdo una vez, cuando Marco era adolescente y estaba empezando a descubrir su sexualidad -. La miré incrédula .- Fue hace años, Marco tenía a una amiga en su habitación y las cosas empezaron a ponerse... intensas, digamos -. Sonreí imaginándome lo que vendría después .- Adriano y yo llegamos antes de lo esperado a casa y nos encontramos en una situación bastante comprometedora. Marco estaba tan avergonzado que apenas podía articular palabra -. Sonrió .- y su amiga parecía querer desaparecer -. Recordé que me sentí igual .- Fue una escena bastante cómica ahora que lo pienso.
Su historia ayudó a aliviar un poco mi propia vergüenza al saber que no era la única que se había sentido así.
- Vaya, no tenía ni idea -. Respondí, tratando de asimilarlo todo.
- La vida en esa casa podía ser bastante... interesante -. Comentó con una sonrisa cómplice .- ¡Ah! Y también está el momento cuando Marco organizó una fiesta solo con chicas y...
- ¡Mamá!
Marco regresó del baño y se sentó a mi lado.
- No le cuentes eso o harás que quiera irse -. Sonrió mirándome.
- Simplemente estaba recordando viejas anécdotas familiares.
Marco me miró con una ceja alzada, claramente intrigado por qué cosas más me había contado su madre, pero decidí no profundizar en el tema.
Después de la comida, Marco y o decidimos dar un paseo por los alrededores de la cabaña, tratando de dejar atrás la vergüenza de la noche anterior. Caminábamos juntos, disfrutando del aire fresco.
El sendero nos llevaba por un bosque lleno de árboles altos y frondosos.
- Esto es precioso -. Comenté mirando a mi alrededor, maravillada por la naturaleza que nos rodeaba.
- Sí que lo es -. Respondió mirándome a los ojos.
Nos acercamos a otra parte del arroyo y nos sentamos en una roca junto a él, dejando que el sonido del agua nos envolviera. Por un momento, todo parecía perfecto, como si el espacio-tiempo se hubiera detenido solo para nosotros dos.
- ¿Vas a contarme eso que tu madre ha estado a punto de contarme? -. Pregunté con una sonrisa pícara.
Él sonrió.
- Si te lo cuento querrás huir y no estoy dispuesto a eso.
- No huiré, te lo prometo -. Alcé mi dedo meñique en señal de promesa.
- Quizá algún día -. Me miró .- Quizá sea una de esas anécdotas que le contaré a nuestros nietos.
Era raro que pensase en nuestros nietos. Raro pero bonito, significaba que se imaginaba una vida futura a mi lado. Yo también. Me la imaginaba y la quería por encima de cualquier cosa.
Sonreí ante su comentario, sintiendo un cálido cosquilleo en el pecho al pensar en el futuro que podíamos compartir juntos. Marco y yo nos miramos con complicidad, sumergidos en el silencio cómodo que se había instalado entre nosotros.
- Espero que esos nietos tengan mucho mejor control sobre su curiosidad que tú -. Bromeé.
Marco rió, sus ojos brillando con cariño mientras me rodeaba con un brazo y me acercaba a él en un abrazo reconfortante.
- No me importaría si nuestros nietos fueran tan curiosos como tú -. Murmuró con su voz cargada de ternura.
Me acurruqué en su pecho, sintiéndome a salvo en sus brazos mientras él acariciaba mi cabello con delicadeza.
Esa misma noche volvíamos a Montefioralle y no deseaba otra cosa que no fuese disfrutar del momento presente a su lado.
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Un verano para renacer
RomanceTras una dolorosa revelación que dejó su corazón en pedazos, Nova Blanco decide huir de la vorágine de la Gran Manzana desesperada por encontrar respuestas. Dejando atrás su vida en Estados Unidos, llega a la encantadora villa italiana de Montefiora...