★ 10. The Companion of the Golden Guard I.

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Odette:

El día llegó. Al fin había llegado.

Tenía miedo, debía admitirlo. Mi cuerpo temblaba ante la sola idea de tener que hacer eso de verdad. Y es que en mi mente inconsciente creía que de verdad no tenía que hacerlo.

No me asustaban las pruebas, confiaba en que podía pasarlas fácilmente aunque tuviese que pelear con Hunter de nuevo. Lo que me asustaba era el tema del sigilo, la restricción de magia y atarme a ese aquelarre para siempre.

Anteriormente, Hunter me había explicado que, aunque ese prestigioso Sistema restringiera la magia a excepción de la del aquelarre escogido, en el Aquelarre de Emperador eso no pasaba. Éste era el único al que se le permitía usar todo tipo de magia. Sin embargo, él tenía magia artificial, así que, ¿qué podrían restringirle?

Pero él seguía diciendo que no había nada que temer. Que el sigilo era cómo un piquete y que de todo lo demás él se encargaba.

Por momento había pensado que las cancelarían, debido al suceso de hacía unos días, que fue la casi petrificación de Eda y la renuncia total de Lilith que dejaba a Hunter cómo el nuevo Brujo Líder del Aquelarre del Emperador. Pero parecía que eso no los afectaba en nada.

—De acuerdo, falta poco más de dos horas para tus pruebas —dijo mirando el reloj de su habitación—. Tengo que resolver un asunto, pero, creo que estaré aquí para los duelos.

—¿Te vas? —pregunté con timidez—. Pero, Hunter, necesito que...

—Te digo que voy a estar antes de los duelos —insistió, dándome una pequeña sonrisa—. Lo demás es sencillo. Algo teórico y el laberinto. Decidieron excluir lo de La Rodilla porque estás sola, así que será fácil.

Aquello de La Rodilla lo dijo con cierta desilusión. Quizás él sí quería verme luchando por sobrevivir bajando de una montaña.

Sinceramente, me asustaba empezar las pruebas y que él no estuviese presente. Al menos para corregirme y burlarse, pero quería que estuviera ahí. Necesitaba que estuviera para conservar la calma.

Se estaba volviendo mi lugar seguro.

—Está bien...—suspiré—. ¿Prometes venir antes de los duelos?

—Prometido —hizo el gesto del saludo para un superior o algo así—. Confía en mí.

—Sabes que no lo hago.

—Pero quieres que esté contigo, ¿no? —se burló, odiaba ese tono egocéntrico suyo.

—Meh...la verdad no sé si seas de gran ayuda —respondí en el mismo tono—. Sí...me podrías distraer...me podrías distraer con esos lindos ojos tuyos.

Su rostro se palideció.

Y comenzó mi juego favorito.

—¿Q-qué? —apenas pudo decir, estaba nervioso y noté que sus manos temblaban—. ¿Qué estás diciendo?

Me acerqué lentamente a él, mantuve una sonrisa maliciosa y traté de no apartar la mirada ni un sólo segundo. El rostro de Hunter estaba totalmente palidecido, y tantos eran sus nervios que permaneció estático en el mismo lugar.

Me acerqué tanto que la distancia de nuestros rostros era de al menos un par de centímetros. Aunque yo lo hubiese empezado, también me estaba empezando a sentir nerviosa por tenerlo tan cerca como para escuchar su agitada respiración.

—A ver...¿qué otra cosa de ti me encanta? —susurré, y comencé a trazar con mi dedo una línea por su rostro—. Quizás...el hecho de que te ves tan adorable cuando te sonrojas.

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