★ 02. The First Problem

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Hunter:

Con todo su esfuerzo y el mío, subió a mi bastón, me dió temor el hecho de que si iba en el suyo terminara cayéndose. En el camino traté de que no perdiera la conciencia, pero evitó todas las conversaciones y sólo dijo que tenía mucho sueño. Era por el efecto del veneno, quizás, o por la pérdida de sangre.

Llegamos con la bruja sanadora que se encargaba de todos los heridos del aquelarre del emperador, aunque solían ser pocos; y para su gran suerte, otro brujo le ayudó con la poción para el veneno. Aunque lograron sanarla, dijeron que podía quedar alguna cicatriz.

La llevé conmigo al castillo. Caminaba detrás de mí, muy callada, parecía hastiada y enojada, cómo si no quisiera estar ahí.

—De acuerdo —rompí el silencio y me detuve para mirarla—. Si vas a estar aquí al menos dime tu nombre. No estaré con una desconocida por siempre.

—Tú empieza —dijo y se cruzó de brazos.

Antes de poder contestar, Kikimora nos alcanzó.

—Guardia Dorado —pronunció con recelo—. El Emperador quiere verlo. Lo ha estado esperando.

Odiaba cuando hablaba así. Suspiré por qué no se dió cuenta de la otra existencia que tenía a mi lado. O al menos eso creí yo.

Cuando nos dimos la vuelta para continuar, Kikimora volvió a hablar.

—Espera —dijo y se posicionó frente a nosotros—. ¿Quién es esta niña?, sabes que el confirmatorio no es aquí.

Tomó de la muñeca a la niña y la obligó a dar la vuelta. Yo la seguía con la mirada.

—Yo la llevaré, usted vaya con el Emperador Belos —finalizó.

Di un par de pasos, y antes de tomar la otra mano de ella, la oí hablar.

—¿Por qué no te adelantas?, tengo un asunto pendiente con el Guardia Dorado y el Emperador —su tono de voz demostraba gran molestia—. Yo te alcanzo después, sé muy bien dónde queda ese lugar.

Deshizo el agarre con brusquedad y se paró junto mí. El rostro de Kikimora no podía ser mejor: estaba totalmente furiosa. Admito que ahogué una risa. Sin embargo, Kiki intentó hacer un círculo con los dedos. En ese momento supe que debía actuar.

—Kiki, yo me encargaré de ella —dije con un tono de superioridad—. Vuelve a tu trabajo.

—Pero...

—¡Yo me encargo! —repetí ahora más alto.

Kikimora bufó, nos miró con odio y se alejó. Y ella también lo hizo. Rápidamente di pasos largos para alcanzarla, me detuve frente a ella y la encaré.

—Si quieres permanecer aquí debes aprender a respetar a quienes son superiores a ti, y por más que no te guste, Kiki también lo es —señalé, ella retrocedió unos pasos—. Ahora, sé buena chica y no me causes más problemas.

Con eso reanudé mi caminar a la sala del trono, y de reojo me aseguré de que me estuviese siguiendo. Respiré hondo para recuperar la tranquilidad y pensaba seriamente en si sería buena idea ir con Belos o no.

—¿Me dirás tu nombre? —interrumpió mis pensamientos—. No te llamaré Guardia Dorado para siempre.

—Ah, pues, puedes llamarme Señor, Jefe, o...¡ya sé!, ¿qué tal Su Real Superioridad? —me reí de mi propio chiste.

—En tus sueños —resopló, pareció no haberle hecho gracia.

En pocos segundos la vi a mi lado.

—De acuerdo, mi nombre real es Hunter, pero cuando estemos con otros no me llames así —indiqué—. No todos en el Aquelarre lo saben.

Yin-Yang | The Owl House Donde viven las historias. Descúbrelo ahora