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MILLIE


Apartada de mi caballete, inclino la cabeza de un lado a otro, tratando de asegurarme de que tengo las proporciones del trasero de Dylan correctas. Ayer pasé suficiente tiempo perdiéndome mientras lo miraba como para saber la forma exacta de memoria. Me pregunto qué se siente al tocarlo. ¿Duro? ¿Suave? ¿O algo intermedio? — ¿Este es el tipo de cosas con las que haces papelería? — dice una voz profunda, malhumorada y muy bienvenida desde justo encima de mi hombro.

La sonrisa llega antes de que pueda siquiera girarme, y en el momento en que lo veo, es como si todo mi cuerpo se iluminara de euforia. — ¡Estás aquí!— Sin pensarlo, me precipito hacia él y salto a sus grandes brazos de oso, llegando a rodear su cintura con las piernas y enterrando mi cara en el lateral de su cuello mientras me atrapa. —Me preocupaba que pensaras que quería que te mantuvieras alejado.Su columna se pone rígida, y por un momento su silencio tiene una sensación de estupidez arrastrándose. Pero cuando sus dedos se flexionan contra mi espalda y deja escapar un leve rugido mientras inhala profundamente mi pelo, sé que está tan contento de verme como yo de verlo a él, aunque no quiera demostrarlo.—No podría cargar con tu muerte en mi conciencia. — gruñe, dejándome en el suelo a un brazo de distancia, pero aun imponiéndose sobre mí.— ¿Ves? Me he abierto camino bajo esa dura apariencia tuya. —me burlo. — ¿Café?—Ah, sí. En realidad tengo algo para ti. — Se aparta de mí y da medio trote hacia su camioneta. —Es de la panadería del pueblo.Mientras me tiende la caja rosa y turquesa con el logotipo de 'Baked With Heart', me tapo la boca y jadeo. — ¿Me has traído cupcakes?—Brownies, en realidad. — dice, levantando una mano para frotarse la nuca mientras cojo la caja y miro adentro. —Mi primo Otis está casado con Yvette, la mujer que lleva la pastelería, y se pasó por mi casa con esto esta mañana temprano. Pensó que los disfrutarías más que yo.—Oh. Qué amable. — Meto el dedo en el glaseado mientras sigo hablando. —Y qué suerte tienes de tener una panadera en la familia. Yo solo tengo un administrador municipal y un policía en bicicleta al que le gusta hablar mucho de donuts.— ¿Tienes un policía en tu familia?Meto el dedo cubierto de glaseado en mi boca y asiento. —Hmmhmm. Mi hermano, Wes. Parece que le gusta bastante. Y siente queestá honrando a nuestro padre, falleció en el trabajo cuando éramos apenas unos bebés. Detuvo el coche equivocado, así que creo que es una buena opción para él.— ¿Tu padre también era policía?Dejando la caja de Brownies en mi mesita, me vuelvo para mirar a Dylan, solo entonces encuentro la mirada de incomodidad en sus ojos verdes. — ¿No te gustan los policías?Frunce el ceño. —No es eso. Es que... yo solía ser uno.Se me levanta la ceja y, de repente, comprendo por qué el tipo me cayó bien al instante. Desprende vibraciones de proteger y servir. — ¿Qué te hizo renunciar?—Me lesioné en el trabajo. —Oh, lo siento. —Siento lo de tu padre.Sosteniendo su mirada por un momento, le ofrezco una sonrisa y luego me vuelvo a mi camioneta, donde me tomo un momento para contar mis bendiciones después de pasar toda la noche pateándome por haber enviado a Dylan lejos y nos sirvo a ambos una taza de café.— ¿Tomas crema o azúcar?— Le llamo a través de la puerta.—Negro está bien. —Aquí tienes. — digo, entregándole su taza mientras salgo de la furgoneta. —Espero que te guste fuerte.—Espeso como el alquitrán, si puedo. — dice, con ese barítono profundo que parece vibrar contra mi piel con cada palabra ronca. Bebe un sorbo, y el zumbido de placer que produce al tragar me hace caer a sus pies y rogarle que me deje tener a sus bebés. Cálmate, Millie.Acercándome a la mesa donde tengo mis pinturas y la caja de Brownies, selecciono un cuadrado marrón pegajoso y doy un sorbo al café antes de dar un mordisco para equilibrar el amargor de mi café con algo de dulce. —Oh, Dios. — gimo cuando la rica decadencia golpea mi lengua y se siente como un orgasmo en mi boca. —Son increíbles.—Te tomo la palabra. No soy mucho de dulces.—Oh, tienes que probar esto. La forma en que el espeso y pegajoso dulzor explota sobre tu lengua después de tomar un trago del café es alucinante. — Levanto la mano y le tiendo el bocado.—Me basta con el café. — dice, y sus ojos se mueven entre el brownie y yo, como si yo fuera una seria amenaza para su seguridad.—No son veneno. Los has traído tú mismo. ¿Y por qué te los daría tu primo si no creyera que te van a gustar? Estoy llamando a la mierda. Y ya que obviamente se ha desviado de su camino para traértelos, lo mínimo que puedes hacer es darle un mordisco. —Vuelvo a levantar el brownie. — ¿Por favor?— ¿Lo mínimo que puedo hacer?— Se burla, un pequeño tic levantando la comisura de la boca mientras intenta evitar sonreír. De repente, siento un gran deseo de convertirme en la razón por la que este hombre sonríe todos los días.— ¡Sí! Lo mínimo. — digo, riendo antes de respirar profundamente. —Solo un pequeñísimo mordisco y te dejaré en paz. Me hará una mujer muy feliz.Sus ojos brillan al encontrarse con los míos, y me apresuro a imaginar otras formas en las que podría hacerme feliz. Pero me estoy adelantando.—Bien. — murmura, dando un paso inseguro hacia adelante. —Un bocado.—Solo uno. — digo, levantando de nuevo el brownie.Succiona sus mejillas, mira al brownie, luego a mí, antes de dar un mordisco vacilante en la esquina.—Ahora acompáñalo con un poco de café. — le digo mientras termina de masticar, rebotando en mis dedos de los pies alegremente mientras asiente como si mi café y los brownies de su prima política fueran de la mano. —Está bueno, ¿verdad?Baja su taza y rebota un hombro, y es entonces cuando me doy cuenta de que un poco de glaseado ha llegado a su bien cuidada barba.—Upss. Tienes un poco de... — Me toco la comisura de la boca, pero antes de que se dé cuenta de lo que quiero decir, actúo por instinto y extiendo la mano, limpiando con el pulgar el borde de su boca y de su barba de glaseado de chocolate. —Glaseado en la barba. — Le muestro mi dedo, y gruñe antes de dar un paso atrás y pasarse una mano por la barba como si mi toque le hubiera quemado.—No tiene sentido desperdiciar un buen glaseado. — digo, para aligerar el ambiente antes de llevarme el dedo a la boca y chupar el glaseado. Sus ojos se abren de par en par, moviéndose hacia mi dedo, luego hacia mi boca y de nuevo hacia arriba. La tensión en el aire sube a diez, y la elevo a un once lamiéndome los labios mientras él me mira. —Dulce. Parece que un estruendo sale de lo más profundo de su ser mientras observa mi movimiento. Un chisporroteo comienza a formarse dentro de mi vientre, y no quiero nada más que untar glaseado en todo su pecho duro como una roca y descubrir lo bien que sabe.—No. Es demasiado dulce. — refunfuña, sacándome de mi fantasía tan rápido como ha surgido. —Y tenemos trabajo que hacer. — Con el ánimo cambiado, coloca su taza semi llena sobre la mesa y se dirige con paso firme hacia la cabaña. —Vamos, sunshine. No he venido aquí para verte pintar y comer brownies todo el día.— ¡Sí, señor!— Digo, reprimiendo mi sonrisa mientras me apresuro a seguirlo y me pregunto si es extraño que me sienta cautelosa y emocionada por él al mismo tiempo. No sé qué tiene Dylan,pero parece presionar todos mis botones de una forma que no sabía que se podían presionar. Las cosas están empezando a ponerse interesantes en mi nuevo hogar de Whisper Valley.

nuestro brillante amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora