Epílogo Dos

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DYLAN


Diez años después...


— ¿Ya hemos llegado? — pregunta nuestro hijo mayor, TJ, desde el asiento trasero.—Sí, ¿ya hemos llegado? — imita su hermana, Christy.Millie pone los ojos en blanco y se echa a reír. —Niños, he dicho que llegaremos en diez minutos, ¡solo ha pasado uno!—Lo sé. — comienza TJ. —Es que estoy muy emocionado por ver al tío Wes y a la tía Tamara. No los hemos visto en una eternidad.— ¡Sí, desde siempre! — vuelve a imitar Christy, haciéndome sonreír.Millie se ríe. —Los viste apenas el mes pasado, no seas tonta.— ¡Sí, TJ, no seas tonto!— dice Christy, antes de soltar una carcajada.La sonrisa en mi cara se amplía al escuchar el intercambio.No he sentido más que disfrute y amor en la última década desde que conocí al amor de mi vida. Es un gran contraste con la década anterior, pero me gusta pensar en ese periodo de tiempo como la oscuridad antes de mi amanecer, mi sunshine, mi Millie. Antes de que me bendijera con una vida increíble, un lugar en su próspero negocio y dos hermosos e inteligentes hijos para empezar.Poco después de que naciera TJ, los seguidores de Millie en Internet explotaron. Había ganado adeptos tras publicar montones de fotos del antes y el después de su renovación, pero a medida que los cultivos de girasoles alrededor de la cabaña crecían y crecían, también lo hacía la atención en torno a su trabajo. Necesitaba ayuda, y fue entonces cuando decidió que quería renombrar su negocio como 'Sunshine and the Bear'. Conmigo siendo el... er, el oso... o el oso depeluche si la oyes hablar de eso.Siempre le ha gustado el cabecero que hice como pieza central del mural que pinté en nuestro dormitorio. Así que, con los años, me animó a explorar un poco más mis propios talentos artísticos. Y resultó que tenía afinidad con la escultura. Podía mirar una piedra o un trozo de madera y sentir qué forma debía tener. Suena muy raro hablar de ello, pero así es como funciona. Tallé muchas esculturas de animales que luego convertimos en macetas para nuestros girasoles, y juntos hemos creado algo muy especial. Somos un equipo.Ahora, 'Sunshine and the Bear' ha crecido incluso a nivel internacional, y hemos recibido pedidos de lugares tan cercanos como México y tan lejanos como Nueva Zelanda. ¿Quién iba a decir que algo tan sencillo como los animales y los girasoles podría suscitar tanto amor y popularidad entre personas de todo el mundo?Millie tenía razón, los girasoles y el arte hacen feliz a la gente, y la prueba está en el pudín.Miro a mi esposa y, como si percibiera mi atención en ella, me devuelve la mirada y me regala su hermosa y soleada sonrisa. La que siempre me hace derretir. Adoro a esta mujer y no podría imaginarme viviendo de otra manera. Es realmente mi alma gemela.Christy chilla cuando entramos en Kismet Cove y seguimos nuestro camino hacia la tienda de donuts que Wes, el hermano de Millie, regenta con su esposa, Tamara. — ¡Eep! ¡Ya hemos llegado! ¡Ya hemos llegado!TJ jadea y aplasta su cara contra la ventana. El coche empieza a temblar mientras Christy y TJ se mueven arriba y abajo emocionados. Los dos balbucean sobre los diferentes sabores de donuts que quieren comer (aunque dudo que puedan comer todo lo que están planeando).Me meto en una plaza de estacionamiento libre y, en cuanto apago el motor, los niños saltan del coche y corren como locos hacia la tienda de donuts. — ¡Chicos! No corran tanto, tengan cuidado. —regaña Millie, con el rostro fruncido por la preocupación de una madre.Le pongo una mano cariñosa en el hombro. —Lo saben, cariño, les has enseñado bien, les hemos enseñado bien. — digo antes de inclinarme y besarla con ternura en la parte superior de la cabeza. La tensión desaparece inmediatamente y se relaja.Suspira y sacude lentamente la cabeza. —Lo sé, lo sé. No puedo evitar esos instintos de madre, ¿sabes? — dice, y luego se ríe para sí misma. —Muy bien, basta de eso. Vamos a saludar a Wes y compañía. Salimos del coche y, mientras Millie va a saludar a su hermano y a su cuñada con los niños, yo saco del coche nuestros artículos de picnic, ya que nos dirigimos al lago a comer para que los niños puedan jugar libremente.Con la esterilla de picnic bajo el brazo y la cesta en la mano, me dirijo al interior de la tienda, donde mis hijos ya están armando alboroto con sus primos.Dejo nuestro equipo de picnic junto al mostrador, llamando la atención de la esposa de Wes. — ¡Hola, Dylan!— dice Tamara, tirando de mí en un gran abrazo.—Hola, encantadora dama. ¿Cómo te va?— Le respondo antes de darle un abrazo más fuerte y levantarla del suelo. Suelta una carcajada y la dejo en el suelo. Si hay algo que me ha enseñado el hecho de casarme con esta familia es el afecto, tanto para dar como para recibir. Después de pasar gran parte de mi vida sin él, estaré siempre agradecido por tenerlo.Wes asoma la cabeza por la ventana de su camioneta, curioso por la causa de las risitas desesperadas de su esposa y me sonríe.— ¡Dylan! ¡Hey!— Me atrae en un varonil abrazo de oso y me da palmaditas en el hombro. —Estoy preparando la comida para que podamos irnos. ¿Quieres lo de siempre? ¿O algo nuevo hoy? Tamara ha ideado un helado de menta que creo que te gustará. — me pregunta.Hago ademán de reflexionar sobre la elección que se me presenta con un dedo en la barbilla y la cantidad adecuada de hmmms. Los dos sabemos que nunca me decantaría por otro sabor, pero de todos modos hemos convertido esto en un juego. Estoy seguro de que él desea en secreto que pruebe alguna de las otras creaciones de Tamara, pero soy demasiado testarudo. Además, hace el mejor donut demantequilla de cacahuete y mermelada que se conoce, y maldita sea si no lo voy a disfrutar hoy.—PB&J, por favor. — digo con una enorme sonrisa, ganándome una encogida derrotada de Wes.—Lo de siempre, entonces. — dice con una risita. Me río y le doy una palmada en el hombro antes de que vuelva a la cocina y salga un momento después con una caja de donuts y una bandeja de café en la mano. — ¿Listo?—Dios mío, deja que te ayude con eso. — dice Millie, apresurándose a ayudar a su hermano.Pero él aparta la bandeja. —Tienes las manos ocupadas con los niños. Tenemos que cruzar una calle muy transitada, así que deja que los hombres seamos los caballos de carga y ustedes las señoras pueden ser las pastoras de los minions.Tamara se ríe y pone los ojos en blanco antes de dar una palmada para llamar la atención de los niños. — ¿Oyeron eso, súbditos? Nos vamos de picnic al lago. Los cinco niños -dos nuestros y tres suyos- chillan de alegría antes de que nos despidamos de la empleada de Tamara que atiende la tienda mientras nosotros no estamos y nos dirijamos a las verdes y frondosas orillas de Lovers Lake.—Tenemos una vida bastante dulce entre la montaña y aquí. —dice Millie mientras preparamos el picnic.—No lo querría de otro modo. — digo, y le doy un beso en la cabeza antes de colocar nuestra enorme manta de picnic hecha a mano sobre la hierba, con motivos de girasoles, por supuesto. Mis oídos se agudizan al escuchar las risas de mis hijos y un aleteo de felicidad llena mi corazón. Esto sí que es vida. Cuando me siento en la manta y estiro las piernas para disfrutar del momento, Millie está a mi lado con un café y dos preciosos donuts en la mano.Se me hace agua la boca, tanto por la vista del donut como por la curvilínea diosa a la que tengo la suerte de llamar esposa. —Puedo pensar en un juego divertido para jugar con ellos más tarde si quieres guardarlos. — digo, moviendo la ceja y amando la forma en que ella seríe ofreciéndome la bandeja de cartón con mis cosas.—Un paso por delante de ti. Ya he pedido una caja para llevar antes de que vayamos a casa más tarde. —Por eso eres perfecta para mí, sunshine. — digo, inclinándome para besarla mientras se acomoda a mi lado.—Y no lo olvides. — bromea, dando un gran mordisco a su donut de chocolate con ganache.A lo largo de los años, esta bolsa de sol me ha animado a salir de la oscuridad de mi cueva y a entrar en la luz del mundo real. Cuando dejé el cuerpo, pensé que sería un recluso para siempre, confinado en la tranquilidad del bosque de Whisper Valley, sin la compañía de mis demonios. Pero entonces apareció esta mujer, blandiendo una motosierra como un murciélago del infierno, y cambió mi vida para siempre. Y me gusta pensar que también cambié la suya. Somos mejores juntos.—Nunca. — susurro. —Te amo demasiado para eso.Me sonríe mientras mastica y me sumerjo un poco más en el verde de sus ojos. —Yo también te amo, mi gran oso de peluche. —dice con una risita. Y tiene razón. He pasado de ser un ermitaño gruñón a un oso de peluche y ahora, lo admito, soy un oso de peluche con ella porque saca mi lado más suave -no es que no tenga garras cuando es necesario-, pero me encanta tratarla con el cariño que se merece. Y no lo cambiaría por nada del mundo.

nuestro brillante amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora