Al día siguiente no me levanté hasta las nueve, algo comprensible teniendo en cuenta que no me había ido a la cama hasta bien entradas las cinco de la madrugada. Continuaba en un estado mental tirando hacia confuso cuando fui en busca de la cafetera.
—Buenos días, señorita Mina —la saludé con una voz ronca que sonó tan somnolienta como me sentía.
Había alargado la mano hacia el aparato cuando reparé en la nota que había sobre el señor Café. Mira que era romántico, el hombre. La tome y desdoblé el primer pliegue.
"¿Qué es un detective privado que no se da por vencido?"
Mmm... Se me ocurrieron varias respuestas. Alguien emprendedor. Cumplido. Fiable. No sé por qué, pero me temía que aquello no era lo que buscaban. Desdoblé la última parte de la nota.
"Un fiambre".
Maldita fuera. Tendría que haberme limitado a la jerga del ramo. Los criminales no solían arriesgarse con el vocabulario.
Por instructiva que fuera la nota, tenía trabajo que hacer (muchas vidas que destruir y muy poco tiempo) y nuevas cerraduras que comprar. Disponiendo de aproximadamente tres minutos antes de que el café estuviera listo, decidí ir a hacer pipí, pero alguien llamó a mi puerta justo cuando pasaba junto a esta. Me detuve, miré a mi alrededor, esperé. Al cabo de un momento, una nueva tanda de golpes resonó en mi apartamento.
Me acerqué de puntillas, jurando que si alguien más había decidido venir a matarme, iba a molestarme como una mona. Eché un vistazo por la mirilla y vi a dos mujeres, biblias en mano. Por favor. Pero qué disfraz tan malo. Seguro que se trataba de asesinas profesionales, enviadas para meterme un par de balas en la cabeza antes del mediodía.
Sin embargo, solo había una manera de averiguarlo. Coloqué la cadena en el pasador y abrí la puerta un resquicio. La mayor de las dos sonrió y empezó a hablar de inmediato.
—Buenos días, señora. ¿Se ha percatado de la mala salud que aqueja a nuestro mundo últimamente?
—Esto...
—¿Que las enfermedades se han extendido hasta el último rincón de la verde tierra de Dios?
—Bueno...
—Hemos venido a informarle de que no siempre será así.
Abrió la Biblia y fue pasando páginas.
—Entonces ¿no han venido a matarme?
La mujer se detuvo, frunció las finas cejas y miró a su amiga antes de dirigirse de nuevo a mí.
—¿Perdone? Creo que no la he entendido.
—Ya sabe, a matarme. A asesinarme. A ponerme una pistola en la cabeza...
—Creo que nos ha confundido con...
—¡Esperen! No se vayan. —Cerré para descorrer la cadena. Al volver a abrir la puerta, retrocedieron un paso, intimidadas—. Entonces ¿no son asesinas?
Ambas sacudieron la cabeza.
—¿Son testigos de Jehová?
Asintieron.
Igual podía aprovecharlo. Tal vez supieran algo que yo no.
—Perfecto. Permítanme que les haga una pregunta —dije, mientras la más joven repasaba mi atuendo con la mirada, el cual consistía en una camiseta de Blue Öyster Cult que recomendaba a la gente que no temiera al ángel de la muerte y unos bóxers a cuadros—, como testigos de Jehová, ¿qué es exactamente de lo que han sido testigos?
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Segunda Tumba a la Izquierda (Sahyo)
FanfictionSana está encantada de la vida después de su reciente encuentro con la muerte. Sin embargo, su vecina, recepcionista y mejor amiga Nayeon, recibe una mensaje de una amiga que ha desaparecido y no duda en despertar a Sana en mitad de la noche para pe...