Capítulo 2. ¿Quien es ella?

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                                Capítulo 2. ¿Quién es ella?

— Zad, espera a mi llamada. Nos vemos mañana amigo. -Dijo sonriente, al final, sí que tendría su noche perfecta.

Su mano derecha se limitó a asentir y a sentarse en el sofá con un cigarro entre los dedos. Sabía que esa noche tendría que intentar descansar lo máximo pero a Ikal le encantaban las mujeres y odiaba irse a dormir sin haber estado con alguna.

No le hizo falta nada más, se levantó de su gran sillón de cuero y no dudó ni un segundo en bajar en busca de aquella misteriosa mujer.

Cuando bajó no le costó nada llegar hasta la chica, que seguía con su mirada fija en la copa de vino que tenía delante. Rick, lo miró con desaprobación, seguramente el camarero había querido llevarse a la preciosa mujer a la cama y sabía que sí Ikal ponía sus ojos en ella, tendría la batalla perdida.

La miró de arriba abajo, tenia las piernas largas y delgadas pero esbeltas. Un vestido extremadamente corto que apenas conseguía tapar su trasero, tenía la mirada perdida pero parecía vestida para matar. Una femme fatale que quería en su cama, ahora. Ella miraba la copa de vino blanco con deseo y se la llevo a los labios para darle un corto trago, unos labios jugosos y perfectamente perfilados en un tono rojo sangre que hizo que Ikal agrandara su sonrisa. Era una mujer preciosa y parecía tan triste que con aquella música latina de fondo parecía que estaba en otro lugar.

— ¿Qué hace una mujer bella sola? –Ella no movió ni uno de sus músculos para mirarlo. Llevó la copa a sus labios y le dio otro pequeño sorbo.

Saboreo cada gota del liquido blanquecino que se deslizaba por su garganta y pidió una copa mas con solo un gesto desganado. Ella sabía que no sería la última vez en la noche que tendría que enfrentarse a otro hombre que la deseaba.

— Tan típico... – No se digno a mirarlo.
No estaba de ánimos para soportar a otro hombre. Había perdido la cuenta de cuántos se le habían acercado ya aquella noche y él, no era diferente.

— ¿Típico? ¿Tantas veces has escuchado la frase? Seguro que sabes que llamas mucho la atención. -Ella solo puso una mueca de asco o al menos eso creyó Ikal con la poca luz que había.

— No me hagas llamar a seguridad, déjame en paz. Por favor te lo pido. -Dijo en tono severo.

Ikal no podía creer lo que estaba pasando, a él, nunca jamás se le escapaba una mujer y menos, una tan bella.

Uxia cogió la copa y de un solo trago vació todo su contenido en su boca. Lamió sus labios haciendo que una sensación cálida recorriera todo el cuerpo de Ikal, hasta su entrepierna. Sonrió, esto le ponía.

Ya hacía tiempo que una mujer no se lo ponía difícil, aún no había sus ojos cristalinos y se había quedado prendada. Se levanto del taburete dispuesta a irse de aquel lugar, no iba a quedarse que era lo que él tenía en mente, no lo quería.

— ¿Ni siquiera vas a mirarme? –La preguntó a la vez qué cogía su muñeca para obligarla a girar sobre sus tremendos zapatos de tacón de 15 cm.

Una corriente eléctrica le recorrió completo hasta llegar a su corazón, la soltó en ese mismo instante. Asustado, ella, ¿Le había hecho eso? Había algo en aquella mujer que le detuvo, detuvo todos sus pensamientos. Se quedó extasiado, mirándola con curiosidad.

Siempre esperaba que las mujeres cayeran a sus pies tras mirar sus ojos cristalinos, ese iris azul como el cielo que tanto las atraía. Se había aprovechado de su don, de su divinidad y aun así jamas se había sentido mal por ello. Era un ser superior y no le avergonzaba. Ellas eran simplemente uno de los elementos que creó su padre. Pero ella... Quizá simplemente fuera una mujer con carácter.

Polvo de ángelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora