Capítulo 18. Quizá no es todo lo que se espera

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La mirada candente y brillante de la chica hasta al cielo hacía que los chicos no supieran qué hacer pues la pequeña mujer tenía un aura que no les dejaba ni acercarse, se había quedado en un trance que hacía que todos ellos hubieran entrado en pánico. Sus ojos ámbar puestos en aquella luna llena que adornaba el oscuro cielo de la ciudad en el cual casi no se podían ver estrellas por la contaminación lumínica.

Uxia sintió un enlace hasta el cielo que hacía que su respiración se acelerara y no pudiera quitar sus ojos de lo que estaba a punto de suceder.

Ikal suspiró pero sus ojos se abrieron de sorpresa al ver como lo que parecía un cometa iluminaba todo el cielo, parecía que una de esas estrellas que tanto ansiaban los humanos, bajaba hasta donde se encontraban pero el chico sabía que aquello no era una estrella. Era él, su padre.

Todo pasó en un segundo.

Ante ellos, un hombre se hizo visible, a los ojos de la chica que parecía que ni se había inmutado por la presencia del creador. De su creador. Aquella chica asustada había desaparecido y ella no sabía si se debía a sus crecientes poderes o quizá, a perder el miedo a la muerte. Pero Uxia tenía claro que no le temía por mucho que fuera el creador, también era la persona que hacía que el sitio del cual provenía se viera afectado por su presencia y fuera a ser o destruido o fuera su corazón el que quedara hecho cenizas.

El hombre les miró a todos, posando sus preciosos ojos azules sobre la mujer que estaba tras su hijo.

— Hijo. –Dijo aquel apuesto hombre de mediana edad. Con su barba blanca creciente y esos ojos azules tan gélidos que hicieron que Uxia sonriera.
Se parecía demasiado a Ikal.

La chica, extrañamente no se sentía cohibida, no sentía miedo y lo único que podía admitir era la curiosidad que le daba aquel hombre.

— Padre. –Dijo el chico que había tomado una posición dominante dejando a la chica de cabello oscuro tras su espalda.

Las miradas de ambos se encontraron, padre e hijo, los demás ángeles simplemente dejaron un espacio entre ellos pues jamás podrían oponerse a nada que Dios les pidiera y preferían estar lo más lejos posible antes de que un rayo les alcanzara y ya no hubiera marcha atrás. Dios era el único que podría matarlos o encerrarlos entre las celdas del cielo, sitio donde ninguno querría ir pues aquellos rumores que circulaban por el cielo era que el infiero, era mejor que una cárcel de ahí arriba.

— Pero mira a quien tenemos aquí... –Dijo el hombre mirando a la chica quien no apartaba sus ojos de él.

Ikal intentó que su padre no se acercara a ella, intentó que no cogiera la mano de la chica para darle un beso y lo que menos quiso fue ver la sonrisa que la chica tenía en los labios. Un impulso por apartar a su padre de ella le recorrió la espina dorsal pero se contuvo pues la chica se veía extrañamente cómoda.

— Uxia, señor. Uxia Ajax -Dijo la chica con esa sonrisa preciosa en los labios.

El hombre la evaluó en un segundo, Padre siempre tenía un as bajo la manga e Ikal lo sabía. Sabía que si había bajado no era solo porque Uxia lo hubiera llamado y aún así estaba seguro que tampoco era para echarle en cara que se hubiera enamorado porque él, no estaba enamorado pero si sentía que tenía que protegerla a toda costa. O al menos, eso es lo que pensaba.

— Eres ella... esa mujer que hará temblar este mundo. – Dijo con una sonrisa socarrona.

La chica negó con su cabeza pues ella no tenía ninguna intención de hacer nada de los planes que aquel hombre tuviera pensado. Ella no iba a destruir nada ni quería eliminar a los ángeles ni a los demonios de la tierra.

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⏰ Última actualización: 2 days ago ⏰

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