Sabía desde el primer momento en el que la vio que sería una mujer que aunque hermosa sería complicada y Uxia era tan delicadamente especial que Ikal no podía quitar sus ojos de aquel angelical rostro, esos labios carnosos y rosados, su nariz respingada y esos ojos color ámbar, grandes y expresivos, la forma en la que su mentón afilaba su cara y ese pelo oscuro y brillante contorneaba perfectamente su rostro. Realmente era una mujer hermosa.
—Si tengo que hacer unas compras, me gustaría poder ir sola, tengo que hacer esto sola. Confía en que estaré a la hora que me digas, donde me digas. —Sonrío ampliamente, intentando parecer confiada.
Ikal no era tonto, sabía que ella no quería que nadie pudiera controlarla y era algo que no le parecía mal, él era exactamente igual que ella en ese aspecto. Sabía que algo en ella había cambiado aquella noche y la veía con una confianza en ella misma tan alta que sonrió y aceptó su petición sin palabras.
— ¿Me juras que no te tiraras delante del primer coche que veas? —Ella borró aquella sonrisa que llevaba puesta desde que se había levantado.
— ¿Me lo vas a recordar todos los días? No te estoy pidiendo permiso Ikal, si quieres que te ayude en esos negocios tan especiales que tienes en Africa, me voy de compras sola. ¿Entendido? —Él sonrió, le gustaban aquellos arranques de enfado y rabia que tenía aquella mujer.
Cogió el tenedor y se llevó aquel revuelto que ella había hecho para desayunar a la boca ante la atenta mirada de aquella exquisita mujer. Estaban jugando, cada uno con sus armas, a un juego muy peligroso para ambos y del cual no sabían que esperar. Ninguno de los dos sabía cuan peligroso podría ser.
Uxia no se sentía confiada con la ropa que llevaba puesta, no tenía nada que ver con como era ella realmente, con como realmente había sido en años anteriores.
Ikal sacó de su bolsillo un tarjetero y tendió sobre la mesa una tarjeta de color negro con un logo dorado brillante que la chica no pudo indentificar. Ella la miró y después le miró a los ojos.
— Es tuya... solo deberas acordarte del pin "1209" — Ella se quedó estupefacta.
No había ninguna forma de no poder recordar ese número, Uxia miro la mano de Ikal durante varios segundos. Ella se limitó a mirar aquella tarjeta negra, la cogió y la examinó bien. Tenia el nombre de una empresa, Cox Enterprise y supuso que se trataba de la empresa de Ikal. Le acababa de extender y a tarjeta que supuso no tenía limites y que estaba a su nombre.
— Creo que seré capaz de acordarme.—Intentó sonar todo lo confiada que parecía haber estado desde aquella mañana.
Vio su reacción, Ikal sabía que algo no iba bien, no necesitaba usar sus habilidades para darse cuenta de que aquel numero había causado algo en aquella mujer.
— ¿Qué ha pasado? —Ella levantó las cejas. Lo miro a los ojos y suspiró
— ¿De qué?
— Has puesto una cara muy extraña cuando te he dicho los números del pin de la tarjeta... significan algo para ti, ¿qué? —Preguntó bebiendo un sorbo del café que la chica le había preparado.
Eran los números que le rodeaban cada día, en cada acción, siempre eran 12 o 09, siempre en todo. Hasta la matricula de su coche llevaba esos números pero al revés. Aquellos números. El hermano menor de 12 y sin embargo 9 era el puesto que ocupaba ante los ojos de su padre hasta que le desobedeció y volvió a ser el número 12.
Y ella, ella tenía aquellos dos números hasta en la sopa. Su cumpleaños, la fecha del accidente, mis primeros números de su matricula de la universidad. 1209.
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Polvo de ángel
Novela JuvenilSolo tiene una misión: corromper a la humanidad. Solo una condición: no enamorarse de una mujer Ikal lleva en la tierra más de dos mil años a salvo hasta la noche que conoce a Uxia. O al menos eso cree él. Uxia lleva seis meses en una espiral de do...