Capitulo 13. Ikal

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Ikal, Ikal, Ikal, Ikal

¿Qué has hecho en el interior de Uxia? Lleva soñando con él toda la noche, con como la besa, con como la acaricia, como la toca, como la venera, de una forma que jamás ha sentido de un hombre.

Ikal se había adentrado en las entrañas de aquella mujer que quería odiarlo con todas sus fuerzas, que quería no volver a pensar en él y que su subconsciente estaba totalmente en contra de ello. En como anhelaba su tacto, su respiración, su masculina y varonil voz. Anhelaba todo de aquel hombre y lo supo cuando se despertó, sudando y respirando entrecortadamente después del húmedo sueño que había tenido con él.

– Joder! –Exclamó la chica enfadada.

Ella no quería. No quería que su cuerpo le echara tanto de menos y mucho menos que se lo demostrara de aquella forma.

Uxia se levantó de la comodisima cama del hotel y fue directa al baño para darse una rápida ducha fría. No podía dejar que un sueño húmedo la cegara de la forma en la quizá hubiera hecho hace años, cuando conoció a Aza. Aquella Uxia se había muerto y ahora, iba a ser la mujer empoderada que siempre había querido ser.

Al salir del baño se puso unos vaqueros negros, de corte recto y estilo Wide leg y una camiseta de manga corta blanca junto con una americana gris. La chica tenía que ir a la universidad, a pagar su reentrada y quería dar la mejor imagen que podría.

Cogió su bolso, le puso unas gafas de sol, la cartera con algo de dinero, no demasiado, sus documentos y el perfume del que tanto se había enamorado cuando lo encontró en aquel estante en la casa de Ikal y que la había hecho comprárselo: Intio oud for greatness, ese perfume amaderado que tanto le gustó y la representó a ella misma y si, se lo compró solo porque tanto la gusto que lo quería para ella.

Salió de la habitación con una idea clara, iba a volver a su vida, iba a descubrir que le había pasado a su familia y vendería esa maldita casa solo porque no quería nada que le recordara a ellos, iba a buscar un apartamento que se pudiera permitir y buscaría un nuevo trabajo para poder costearse lo que ella quisiera pues después de probar todo lo que Ikal la había ofrecido en poco tiempo la había hecho darse cuenta de algo muy importante: jamás había tenido nada.

Uxia había vivido como una chica normal, que tenía que trabajar para pagarse la universidad, una chica que tenía su pequeño grupo de amigas, una chica a la que habían traicionado tantas veces que la era casi imposible confiar en personas nuevas y esa chica ahora se había convertido en una mujer, una que rompía cuellos allá donde iba, una mujer segura de sí misma, una mujer que había cambiado al cien por cien y que ahora, no se reconocía.

¿Y si aquella había sido siempre ella?

¿Y si Ikal solo la hizo darse cuenta de lo que realmente había querido siempre?

¿Y si algo más había cambiado en su interior?

Una sed de poder que no sabía cuál incontrolable era, una sed de venganza que jamás había sentido, un hambre infinita.

Al salir de la habitación, otra persona estaba saliendo de la suya.

Castiel.

Aquel apuesto hombre que ahora llevaba ropa deportiva, al cual se le marcaban los músculos debajo de aquella ropa de licra negra que se ceñía a cada parte de su cuerpo.

¿La habría escuchado gemir el nombre de Ikal en sueños?

Se preguntó la chica, pero no le dio importancia y fue hacia el ascensor a paso firme, sintiendo los pasos del apuesto chico de ojos grises tras ella. Uxia pulsó el botón para llamar al ascensor.

Polvo de ángelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora